El sexo siempre tiene la culpa…
El inicio es sencillo, basta enviar la solicitud de amistad y esperar a que el puente se extienda. Después hay que enviar un cordial saludo cada tercer día a partir de las 9 de la noche, hora de mayor ocio en los dispositivos. Así te vas ganando puntos poco a poco. Si le sumas las acciones que realizas en la oficina como dejarle pequeños regalos sorpresa en su escritorio y el masaje de hombros mientras ella te cuenta sus problemas con el jefe, en unas cuantas semanas estarás presente en su vida.
El problema viene después, cuando ya comienzas a verla con otros ojos. Durante todo ese tiempo te habías resistido a perderte en esas imágenes de ella con poca ropa. Sí llegabas a imaginar algo, pero el desconocimiento estaba a tu favor. Llegó el día donde toda la oficina salió a celebrar y ahí estaban, los dos borrachos y sudorosos. Cual vampiro te le pegaste a su cuello y tus manos reconocieron el terreno. Fue ahí cuando el candado se abrió y ahora sí todo lo que soñaste se hizo realidad.
A partir de ese momento te volviste un animal sediento de más, uno que mientras más comía más hambre le daba. Así pasaste de ser un hombre racional a uno que comete un error tras otro. ¿Necesitas más detalles de tu fracaso?
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Insistes demasiado con el sexo
Te gustó lo que probaste y ahora quieres más. Ella al principio te lo dio, se sintió deseada y obtuvo placer, pero ya estás cruzando la línea. En lugar del cordial saludo matutino le escribes un mensaje con tintes sexuales. Las salidas a los cafés pasaron a miércoles de hotel. Incluso tus manos juguetean en su cuerpo en horarios de oficina.
Tu insistencia sexual te deja como un bárbaro y, claro, ninguna mujer quiere a una bestia como pareja.
Te vuelves un intenso
Al inicio eras dulce, tierno y comprensivo, pero ahora eres un dramático, exagerado e intenso. Te transformaste en un ser desagradable.
No puedes ocultar el descontrol que te provoca la relación. Tienes una cara de ansiedad y deseo descontrolado. Claro que a las mujeres aquello las irrita y termina por aburrirles.
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Piensas que ya es tuya
Después de tener sexo en un par de ocasiones pensaste que ya tenías derechos especiales. No, en tanto no se complete la propuesta de noviazgo ella sigue siendo soltera y tiene el derecho de pasar la noche con quien le plazca. Como pensaste que ya era tuya te enojas cada vez que no te contesta las llamadas y los mensajes. Le haces una escena cuando vuelves a verla y, sin querer, te convierte en lo que ella tanto odia.
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Empiezas a ser un molesto acosador
Nunca fuiste un inocente pues desde el inicio la seguías en todas sus redes sociales, pero ahora rompiste los límites. Sólo porque pasó una noche en tu casa ya te sientes con el derecho de revisar su celular y preguntar cosas de más. Como ella no te responde comienzas a buscar respuestas por tu cuenta. Así te vuelves en el acosador que todas las chicas odian, uno que lleva un registro de sus menciones, likes y etiquetas.
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Quieres saber más de lo que necesitas saber
Aún no son pareja y ya te comportas como un novio testarudo. Le preguntas qué hará, con quién y por qué. Detente. Ni siquiera siendo su chico tienes que convertirte en un controlador. Como resultado ella se decepciona, hostiga y asfixia. Con estas actitudes tu conquista sabe que eres un macho más y es mejor terminar lo que ni siquiera inició.
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Todo lo que tienes que hacer es no descontrolarte al tener sexo. Si no puedes controlar los impulsos y los deseos, una mujer nunca te considerará una pareja seria.
Si ya lograste que la chica que te gusta te hiciera caso sigue las instrucciones para terminar de conquistar al amor de tu vida.