Del consejo de viejas generaciones sabemos que la compañía de una mascota es buena para la salud; también hemos escuchado casos de cómo las mascotas consuelan -simbólicamente- la ausencia de un ser querido.
Acariciar a tu gato o jugar con tu perro en un mal día seguro te traerá un momento de satisfacción, sin embargo, esto puede llegar a ser más saludable de lo que te imaginas.
La gatoterapia, denominada así por Francisco Cuatrecasas -maestro en Medicina Tradicional China por parte de la Universidad de Ciencias Avanzadas (Florida)- resultó de un estudio comparativo que contempló dos tipos de personas, las que tienen gato y las que no.
Los resultados concluyeron que aquellos que poseen un gato por mascota tienden a sufrir menos sentimientos de soledad y depresión; su presión sanguínea disminuye, añadiendo además, que son menos propensos a sufrir infartos y sus niveles de colesterol también son menores.
¿Cómo es posible? Se ha demostrado científicamente que el contacto afectuoso con los felinos puede tener efectos positivos en personas que sufren cardiopatías, obteniendo un progreso y mejoría después de tener un gato con ellos.
La investigación parte de estudios de la filosofía China del Yin y el Yang; los felinos actúan como un equilibrador de energías; si el Yin denota por tradición la pasividad y absorción, los felinos tienen una especie de contacto con esa energía, según Cuatrecasas.
Si alguna vez sientes que tu gato entiende que estás enfermo o bajo de ánimo, quizá no estés loco; los gatos tienden a absorber este tipo de energías, detectan cuando las personas con las que conviven están faltos de “yang”, además de tener un pacto de respeto mutuo que establecen con sus dueños.
Los beneficios comprobables del ronroneo de los gatos para el cuerpo humano es sorprendente, pues tranquiliza las emociones y la mente; Cuatrecasas informa que en el Instituto de Investigación Animal de Carolina del Norte, se ha mostrado que es un mecanismo curativo similar al tratamiento con ultrasonidos en la medicina humana, ya que ambos poseen una frecuencia comprendida entre 20 y 50 Hertzios.
El autor reafirma esta idea comentando que “los monjes tibetanos curan enfermedades, en parte, recitando ‘mantras’, un sonido emitido desde el estómago, parecido a los cantos gregorianos, que crea un refuerzo energético y ayuda a la persona a centrarse en sí misma, incluso ayudaría en tratamientos de huesos o para quitar dolores”.
El objetivo de la gatoterapia es el mismo a la función de los psicofármacos; por ejemplo, sin tener ningún tipo de alteración de la realidad, busca estabilizar los niveles de relajación sin efectos secundarios, pero tampoco deben ser tratados como fármacos o juguetes a los cuales exijamos mejorar nuestra existencia.
La aportación científica de F. Cuatrecasas establece un punto a favor para la convivencia animal con la humana y sus ciencias –quién iba a decir que tener un gato iba a ser tan saludable y divertido-.
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