En alguna edad muy temprana muchos hemos fantaseado con los colores, con hacer malabares, con probar que tan buenos somos descomponiendo cosas, haciendo cosas artísticas que expresan imaginación y creatividad; pero pocos han conservado esa inquietud por potenciar la pequeña chispa que los ha llevado a crear, a explorar desde su niñez ese mundo. Hablo de las habilidades que muchas personas han desarrollado con el paso del tiempo como un simple hobby, pero que algunos ignoran que tienen un gran poder para su futuro. ¿Un gran poder? Sí, ya que estas habilidades inciden en las oportunidades académicas y laborales en el futuro. Las habilidades son entendidas como ese conjunto de competencias que un individuo tiene, las cuales nacieron con ellos y pueden potenciarse con el ejercicio continuo, con el proceso de aprendizaje de toda la vida.
En este proceso continuamente repetitivo, estas habilidades permiten no sólo que las personas sean productivas desde el punto de vista económico, sino que las afecta social, cultural y emocionalmente al expresar por medio de ellas su identidad, sus gustos y lo que aman, con lo que se sienten felices. Pero hay que tomar en cuenta que con ellas el ser humano también obtiene más oportunidades para su desarrollo personal. Se han identificado que existen tres tipos de habilidades, las cuales aportan plenamente un aprendizaje integral.
1. Habilidades socioemocionales
Estas habilidades ayudan a las personas a identificar y manejar sus propias emociones y las de los demás. Por ejemplo, la habilidad para trabajar en grupo entra en esta categoría.
2. Habilidades cognitivas
Comprenden la memoria de largo plazo y el reconocimiento de patrones, así como el control ejecutivo, relacionado con la coordinación de diversas funciones mentales.
3. Habilidades académicas
Las habilidades académicas abarcan el conocimiento de hechos, conceptos y procedimientos y la capacidad de aplicar estrategias en disciplinas como matemática, lectura y ciencias, también en disciplinas informáticas.
Lo interesante es que pocas han sido las preocupaciones que han tenido los gobiernos para tomar en cuenta esto. Ya hace pocos años atrás —con el desarrollo del concepto de Desarrollo Humano en los 90— se comenzó a centrar la mirada en el ser humano como gestor del desarrollo, pero fue poco el énfasis en las habilidades. Aterrizándolo a la región latinoamericana, existen datos arrojados por el Banco Interamericano de Desarrollo que expresan que en la región los gobiernos ya comienzan a invertir en el desarrollo de habilidades.
Diversos organismos y empresas han comenzado a enfocarse en incidir en una educación de calidad y la generación de buenos empleos para asegurar un desarrollo sostenible basado en competencias, han exprimido la búsqueda de cómo potencializar estas habilidades. El talento de los pueblos se ha convertido en el principal capital para la construcción de un desarrollo primeramente responsable, que asegure los Derechos Humanos. A pesar de la responsabilidad de los gobiernos, es importante recordar que se trata de un esfuerzo de todos. El desarrollo de habilidades implica organizar los esfuerzos de diferentes actores: familias, maestros, directores de escuela, emprendedores y gerentes de empresas. De la misma manera, los espacios de aprendizaje para el desarrollo de habilidades exceden las aulas tradicionales y abarcan los hogares, los lugares de trabajo y otros centros de capacitación.
Pero lo más importante es que cada uno de nosotros, como individuo, no pierda la capacidad de asombro, la curiosidad y el entusiasmo para enfocarse en proyectos personales que, aunque parezcan no tener un fin claro, nos ayudan a desarrollar esas habilidades. Ya sea desde lo artístico, como la música o la pintura, hasta actividades físicas, como el futbol o la danza, tener pasatiempos es un factor que puede marcar la diferencia entre obtener o no el empleo que deseas, entrar a la universidad que siempre soñaste o iniciar exitosamente tu propio negocio.
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El texto anterior fue escrito por Francisco Hernández.
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