Lo escribo con mayúsculas porque no hay adjetivo capaz de describir lo increíble que es tenerlo dentro de ti, ¿no es así? Sus manos recorren tu anatomía despacio, aprieta un seno y te besa el otro. Succiona lento tu cuello al mismo tiempo que sube su lengua agitada hasta llegar al lóbulo de tu oreja, lo muerde y te dice una frase que endurece tus pezones hasta hacerte sonreír de placer. Se postra entre tus piernas para penetrarte con una embestida agresiva y ahogas tu grito, no puedes parar de jadear mientras cierras los ojos y lo sientes gozar tanto como tú.
Luego de llegar al clímax te sientes plena y lista para otra ronda igual… espera, ¿otra más? Si has quedado satisfecha y completamente feliz, ¿por qué quieres repetir? Puede ser por varias razones:
1 Él es tan bueno que te encantaría tener un poco más.
2. Estás enamorada.
3. Sufres dependencia sexual.
La primera opción es casi descartable ya que está comprobado que cuando alguien queda completamente satisfecho luego de tener sexo, necesita dormir. La respuesta se encuentra entre las opciones 2 y 3, pero aunque a simple vista son dos conceptos muy distintos, suelen confundirse frecuentemente.
_
El amor es mucho más que sexo
Puede que las relaciones sean increíbles, pero hay otros factores que son tan importantes como la conexión entre ambos; los gustos y aficiones, hobbies, pasiones, etc. Todo ello conforma un noviazgo de calidad.
Cuando una relación está equilibrada, el sexo conforma una pequeña parte de ella. Tener deseos sexuales diferentes o quizá en cantidades un poco extra no es un problema. De hecho, son más evidentes durante los cambios hormonales o en otros momentos de la vida. Hasta ahí, en cierta medida, todo es normal.
Es como beber una copa de vino durante la comida; es agradable y delicioso. El verdadero conflicto se da cuando no se puede disfrutar de la comida si no hay aunque sea un poco de alcohol sobre la mesa. En el comportamiento sexual es exactamente igual; si la satisfacción se convierte en el único factor capaz de mantener unida a la pareja, entonces ya no es sólo amor, sino una dependencia sexual que deriva en adicción, la cual afecta el desarrollo de ambos, en especial de quien la sufre.
_
La dependencia sexual te une con otro, pero nunca emocionalmente
El sexo es maravilloso, pero al terminar, él se va, tú también y se reencuentran unas noches después para repetir la rutina: tienen una jornada intensa de pasión y de nueva cuenta, ambos parten. Es evidente que no hay una conexión más allá que el buen momento sexual que comparten.
La dependencia sexual implica convertir las relaciones sexuales en una adicción, es decir, cada vez es más difícil separarse de la satisfacción que te provee la penetración, los diferentes tipos de sexo y el erotismo como tal. Esto es un problema que llega a ser un aspecto determinante en el día a día, al grado de caer en ciertas acciones poco usuales:
Ve la Quinta Lección de El Manual del Amor para entender más sobre esta diferencia:
Esto ya no es amor, es una adicción que como cualquier otra debe ser tratada y atendida por un especialista que te guíe y lo solucione contigo.
El sexo es un factor importante en un noviazgo, pero no es lo único, y si de pronto se convierte en el motivo principal para estar con alguien, quiere decir que hay un problema. De hecho puede derivar en infidelidades y actos crueles como violaciones. Por ello, en cuanto te percates de que tu conducta sexual no es normal, acude con un psicólogo que te ayude a controlar los impulsos y a regresar a la normalidad en la medida de lo posible. La dependencia sexual busca aliviar un malestar más que buscar un bienestar y no es favorable para la salud.
La diferencia entre amor y dependencia sexual radica en el comportamiento y la forma de manejarlo. El primer paso es percatarse del problema, el segundo es aceptarlo y pedir ayuda, mientras que el tercero está en el empeño que pones para solucionarlo. El secreto está en darse cuenta a tiempo y pedir ayuda sin pena ya que es un problema que afecta a más de un millón de personas por país, aproximadamente. No seas un número más de la estadística, libérate de dudas y comienza a ser (más) feliz.