La filosofía de Oriente siempre ha tenido esa reputación de ser la más acertada, pacífica y reflexiva; la que busca la paz interior y no ve la vida como una tormenta a la que hay que enfrentarse en mar abierto como el capitán Ahab de Moby Dick, sino como algo que se transforme según cómo aprendas a dominar tu ser, porque la verdad es que la tormenta está dentro de ti, no afuera.
El hombre, a través de todos los tiempos, se ha empeñado en aportar siempre su visión al resto del mundo porque justamente a eso vinimos: a dar de nosotros lo que podemos y tenemos. Las verdades a las que cada ser humano ha llegado a través de su propia experiencia se han convertido en guías que con el tiempo nos ahorran tiempo a quienes vivimos en estos días: hacer caso de lo aprendido por personas que vivieron antes que nosotros es ahorrarse caminos ya recorridos para ir a construir el tuyo, con más bases y pasos más firmes. Aquí te dejamos algunas lecciones que pueden ayudarte a comprender mejor la vida:
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Las cosas merecen el valor que tienen
El sufrimiento es causado por las expectativas ; con ese deseo, vienen también los miedos e inseguridades de no conseguir lo que se quiere. Comienzas a imaginar cosas que no existen y a sufrir por ellas aunque sólo estén en tu cabeza. ¿Cuántas veces no hemos hecho un problema mucho más grande de lo que es en realidad sólo porque nuestra mente no es capaz de darle a cada cosa el valor que realmente merece? No te aferres a darle importancia a las pequeñas cosas negativas, mucho menos si no le vas a dar el mismo peso a las pequeñas cosas que hacen de la vida algo mejor que una experiencia o un viaje de ida y vuelta.
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El rencor te hará frágil
Dicen que esta clase de sentimientos negativos sólo te hacen daño a ti y a nadie más: insistir en seguir odiando es como sostener un carbón encendido con la mano descubierta, y esperar que le queme al otro. Simplemente aprende a perdonar y a dejar ir; esto no quiere decir que pierdas tu dignidad —siempre es bueno decir lo que piensas y sientes en el momento y hacer saber cuando algo no te parece bien—, sólo quiere decir que, a veces, es mejor ser más inteligentes en el aspecto emocional y aprender a detectar cuando algo está en tus manos y cuando no; lo mismo con las demás personas: a veces la gente lastima porque no sabe actuar de otra manera, no porque quiera dañarte.
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La respuesta siempre está en tu interior
El universo siempre habitó dentro de nosotros, no es algo nuevo. Incluso científicamente, es acertado decir que “somos polvo de estrellas” ya que todos tenemos un origen en común: un pasado que se convierte en todos los tiempos y que nos une irremediablemente a cada ser existente con el resto, los unos con los otros. Si sumáramos todas las posibles respuestas que existen para todas las cosas, tendríamos entonces una visión más cercana a la totalidad de la realidad, y aunque dicen que “hay verdades, pero no verdad”, lo cierto es que cada verdad estará atada a una situación y circunstancia específica que cada quién conoce mejor que nadie. Así que ten más confianza en ti, aprende a conversar con tu interior y sobre todo, a ser honesto contigo, porque nadie se da cuenta de lo relativo a ti antes que tú. La respuesta siempre estará en tu interior.
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Necesitas aprender a escucharte
Este punto hace referencia al anterior: la respuesta a todo siempre estará dentro de uno mismo; si todos provenimos de un Todo, eso quiere decir que lo que tengamos que saber ya existe dentro nuestro, sólo hay que aprender a escuchar esa voz que habita en nosotros, a tener claridad para no sólo vislumbrar una realidad que muchas veces puede ser engañosa, sino para poder ver las cosas tal y como son (o lo más humanamente cercano a ello). Sólo considera que lo más importante es serte fiel antes que a nadie más.
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Un sólo intento es igual a ninguno
Hay un principio de la filosofía que predomina en el Lejano Oriente ligado a la perseverancia y éste es el de “los tres intentos”. Un monje taoísta entrenó una vez a un muchacho que sufría problemas de ansiedad y dentro de ese entrenamiento tuvo que aprender a tener la paciencia necesaria, pues nada en esta vida sale a la primera, ni en la forma en la que uno quiere. Nada de lo que se haga en esta vida y que realmente tenga peso suele resultar de un solo intento, entre más se intente, más se mejorará. Dicen que cada intento fallido es un paso más cerca de llegar a tu objetivo; hacer una vez las cosas nunca fue suficiente.
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No puedes pedir lo que no das
Éste es un principio básico para llevar bien tu vida y se resume en una palabra: reciprocidad. Muchas veces nos encontramos en una lucha constante en contra de lo que deseamos y no recibimos, y lo que piden de nosotros pero no queremos dar. Sólo hay una realidad para hacerle frente a esto correctamente, y es: tú no controlas lo que hacen, sienten y dan los demás, pero sí de lo que te concierne. Con base en esto, concéntrate en hacer las cosas bien sin importar primero lo que haga el otro, y antes de pedir algo de cualquier persona, pregúntate si tú también estás dispuesto a entregarlo.
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Todo de lo que se abusa termina por perder su efecto
Hay una frase de Lao Tse que dice: “La espada que usamos y afilamos continuamente no conservará mucho tiempo su hoja”. Muchas veces encontramos una manera de hacer las cosas que nos funciona y entonces nos clavamos con ella. Si llorar te funcionó una vez para que tu pareja te diera la razón, volverás a llorar aunque ya no te nazca hacerlo. Si tratar a otro agresivamente te sirvió para que hiciera lo que querías, creerás que tratarlo mal es la clave para conseguir lo que quieres, pero como todo en esta vida, esos recursos terminan por desgastarse hasta el punto de ya no surtir efecto; es justo lo que pasa también con un medicamento después de un largo tiempo de utilizarlo. Así que lo que aprecies de verdad no has de gastarlo demasiado rápido
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El odio nunca se apagará con más odio
En este mundo, si quieres que las cosas se hagan de una manera diferente, hay que intentar maneras distintas de hacerlas, y aque si no, se estaría cayendo en la paradoja de abrir el refri sin ir a la tienda y esperar a que haya comida nueva. El odio es una de esas cosas que no se extingue sino con el antídoto, no es un “a ver quién puede más”, sino “en alguien debe caber la prudencia”, y ahí está la verdadera sabiduría para conducirse en la vida. “El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se apaga a través del amor. Tal es una antigua ley eterna”. Este extracto del Dhammapada, más que ser un consejo, es un principio para llevar la vida propia de una mejor forma y ayudar a otros a hacer lo mismo con la suya.
Nunca acabaremos de aprender en esta vida y eso es algo que siempre tenemos que tener presente: el conocimiento es infinito, mientras nosotros tenemos orillas: nuestro tiempo es limitado y solemos olvidarlo. Pero justamente, si nuestra estancia aquí es tan corta, ¿por qué aferrarse a vivir con dolor? ¿Por qué empeñarse en equivocarse una y otra vez, tropezar con la misma piedra? Ese poco de sabiduría al que podemos anhelar los seres humanos implica comprender justamente que vale más siempre aceptar verdades nuevas que quedarse con los mismos pensamientos para toda la vida siendo que nunca será perfecta.
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