El siguiente texto fue escrito por Agustina Torres.
Hasta hace un par de décadas, la percepción sobre los movimientos ecologistas era más bien prejuiciosa y eran pocos los que adoptaban un estilo de vida más amigable con el planeta. Pero a lo largo de los años, con las redes sociales, las campañas de organizaciones internacionales, la educación sobre el consumo responsable y la concientización sobre el cambio climático, las personas comenzaron a informarse a profundidad sobre cómo podían ayudar al medio ambiente y qué medidas podrían tomar para adaptar estos cambios a su vida cotidiana.
Aunque aún tenemos muchas dudas y preocupaciones con respecto a este estilo de vida, no podemos negar que es un cambio en favor del medio ambiente, de nuestros hábitos y el entorno. Tal vez al conocer los orígenes del movimiento Zero Waste te des cuenta de que esa vida libre de desechos es para ti.
El objetivo de este movimiento, o filosofía de vida como lo definen algunos, es reducir al máximo los residuos y la basura que generamos cotidianamente. De esta manera, no sólo reducimos nuestra huella ecológica, si no que además, nos permite vivir con menos cosas materiales y vivir una vida más rica en momentos y experiencias que nos hacen sentir lo verdaderamente importante.
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Una de las primeras personas en dar mayor relevancia y convertir el Zero Waste en un movimiento a nivel internacional fue Bea Johnson (Zero Waste Home), quien en una reflexión sobre el futuro que quería dejar a sus hijos, decidió dar un giro a su vida y a la de su familia adoptando una filosofía que alentaba a la reducción de desperdicios y al reciclado.
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Para ello elaboró una simple pero importante lista de normas básicas para iniciarse en la vida de “basura cero”. Estos fueron los orígenes del movimiento Zero Waste, que con el paso de los años ha ido ganando fuerza a nivel internacional.
REFUSE (rechazar): Desde un primer momento tenemos que tomarnos un minuto para reflexionar sobre nuestras acciones; decir no a las bolsas del supermercado, no a los envoltorios innecesarios, no a aquello que sólo tiene un uso.
REDUCE (reducir): Pensar en lo que tenemos y quedarnos sólo con lo que realmente necesitamos; compartir con otras personas aquello que no es útil en nuestra vida, fomentar los mercados de segunda mano, es un pilar fundamental para el zero waste.
REUSE (reutilizar): Darle una nueva vida a lo que consideramos desechable, pensar en una alternativa reutilizable.
RECYCLE (reciclar): Según Bea, no se trata de reciclar más sino reciclar menos, y para eso deberíamos evitar desde el principio los residuos.
ROT (compostar): Elegir alternativas a los plásticos, como el metal, el vidrio, el papel o la madera que, junto a la materia orgánica como restos de frutas y verduras, nos permite descomponer; un proceso que no daña en absoluto a la naturaleza, por el contrario, ayuda a la Tierra.
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Implementar esta serie de normas no sólo tiene un impacto positivo sobre el planeta, sino que nuestro organismo se verá beneficiado porque estaremos reduciendo —y en muchos casos, eliminando— las toxinas que los plásticos, envoltorios y demás objetos contienen, y que son tan perjudiciales para nuestra salud.
Más allá de los cambios físicos que podríamos percibir, Johnson recalca en cada una de sus charlas que lo que más la motiva a seguir en este camino es la simplicidad voluntaria, que lleva a aquel que se deje atrapar por esta manera de ver el mundo, a disfrutar una vida basada en experiencias y no en cosas. En sus propias palabras: una existencia basada en SER en lugar de TENER.
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