El káiser de la moda siempre fue una figura oscura. A lo largo de los años, Lagerfeld se construyó un personaje que, en buena medida, pudo ser equiparado con Darth Vader u otro similar. Críptico guardarropa, gusto exquisito, mirada camuflada, gesto imperceptible, una coleta de caballo que hablaba de identidad y rigor, movimientos cautelosos, palabras fulminantes y distancias muy bien guardadas con el resto del mundo; así se configuró una de las figuras más emblemáticas en la moda del Siglo XX.
Con claros y fuertes pronunciamientos sobre lo que significaba el diseño para él, sobre el poder de la indumentaria y los cómos de la representación femenina, Karl Lagerfeld se convirtió con los años y su paso por Chanel, Fendi y su marca homónima, en una institución creativa siempre sorprendió por sus declaraciones, hallazgos o innovaciones. Él fue una autoridad temible y polémica, un hombre que trabajó muy duro por llegar a la cima, un genio del cual sabíamos pocas cosas, pero cuyas excentricidades o ideologías nos hacían amarlo, venerarlo como un genio del couture, o simplemente odiarlo.
Por ejemplo…
Nunca se quitaba los lentes
«Estaba con una amiga en un club cuando, de repente, apareció un hombre con el que ella había tenido un lío amoroso. Cuando me vio con ella, le quiso derramar la copa por la cabeza. Durante ese movimiento me dio con el vaso en el ojo. Ese día tenía por casualidad unas gafas, porque soy ligeramente miope», contaba Lagerfeld sobre una noche en 1967. Fue así que el couturier descubrió cómo sus lentes tintados se podían convertir en una armadura de muy diversos significados: «(…) entonces me di cuenta de que los ojos son lo más preciado que tengo. Y desde entonces no salgo más de casa sin gafas».
Amaba los autos más caros
Tenía un Maybach Landaulet con un valor de 1 millón 350 mil dólares y un Rolls-Royce Drophead Coupe casi del mismo valor.
Tenía pequeños (y lujosos) gustos y placeres
Como tener dos casas muy cerca; una para dormir y trabajar a gusto, otra para recibir invitados. Sus colchones se cambiaban cada seis meses, sus sábanas eran necesariamente antigüedades y tenía un maletero Louis Vuitton hecho a la medida para guardar sus 20 iPods, un speaker y un subwoofer.
Desde el 76 se peina de la misma manera
Y él decía que era porque un día se cansó de tenerlo largo, ondulado y sin control sobre su cabeza. Sólo lo tomó, lo tiró hacia atrás y jamás se volvió a peinar de otra manera.
Choupette fue su gran amor
Su gato persa blanco Choupette, que en realidad era de una amiga que se lo encargó por un tiempo, se convirtió en la dueña de todos sus mimos. Con dos empleadas para cuidarla en todo momento, mobiliario personalizado y una cuenta de 127 mil seguidores en Instagram, Lagerfeld selló su amor afirmando que se hubiera casado con Choupette si fuera legal.
Llamó gorda a Adele
Fue en 2012, pero después se arrepintió. Le envió varios bolsos de Chanel a modo de disculpa justificando: «Dije que era redondita; redondita no es gorda (…) Después de aquello, perdió ocho kilos, así que no creo que el mensaje fuera tan malo».
Era adicto a las Diet Coke
«Tomo Diet Coke desde el momento en que me levanto hasta el momento en que me acuesto. Incluso puedo beberlo en medio de la noche, y puedo dormir. No bebo café, no bebo té, no bebo nada más», dijo para Harper’s Bazaar. Su afición era tal, que incluso colaboró con la marca.
Era ofensivo con las mujeres que no eran delgadas
En 2010 se arrepentía públicamente de haber colaborado con H&M, cuando la marca decidió expandir las tallas para que su colección llegara a todo tipo de compradoras.
A él se le atribuye la creación de las supermodelos
Aunque el auge vino con Versace y otros, fue el káiser quien ideó la presencia en fashion shows de mujeres totalmente inalcanzables y a las que se les envidiara la vida entera. «Nadie quiere ver gordas en las pasarelas», escribió en su libro The World According to Karl.
Artista, fotógrafo, diseñador de vestuario, autor intelectual de la pérdida de peso durante los 80 y 90, propietario de una librería y escritor. Lagerfeld será recordado por su ingenio despiadado y su lengua afilada, por haber sido la influencia de muchos e incitar con frases como ésta: «La moda es efímera, peligrosa e injusta. Si no lo aceptas, elige otra área profesional, como la Seguridad Social».