Eres muy cercana a la mujer que siempre soñé, me encantas, tu sonrisa me vuelve loco y más tu cuerpo sobre el mío. Eres perfecta; eres noble, eres tierna, rebelde y segura, tanto que podría hincarme a tus pies y llorar por tu sutilidad. Eres luz, eres brillo, eres amor, eres lo que cualquier otro hombre podría desear –lo que todos podríamos desear–, eres una caja de sorpresas y una bolsa de bondad. Eres muy cercana a la mujer que siempre soñé, sin embargo, no eres la que soñé.
No llores, yo soy el que te está lastimando. No es que haya algo malo en ti, simplemente no me enamoré y eso no quiere decir que no vea lo que tengo frente a mí. No quiere decir que no me dé cuenta de la impresionante mujer que eres, del corazón tan cálido que tienes y los brazos tan largos como para enrollar todo mi cuerpo cada noche, aunque sepas que yo no sienta lo mismo por ti. Te daría el mundo si pudiera, te daría todo si lo tuviera, lo haría porque lo mereces, porque te mereces todo y, aunque quisiera, yo no puedo dártelo, ni siquiera ofrecértelo. No podría porque no te amo y tú no mereces que no lo haga.
Somos increíblemente compatibles, somos almas que se complementan. Nuestras mentes están conectadas pero, con todo el dolor, nuestros corazones no. Escuchamos la misma música, nos gustan los mismos pintores, entiendes todo lo que te digo y siempre tienes las palabras perfectas para decirme; me escuchas, me das calor por las noches y también por las mañanas, en lo único que no coincidimos era en los libros que leemos, pero nunca fue impedimento para que te enamoraras de mí. Eres grandiosa, eres una mujer sumamente poderosa, y aunque quisiera, de verdad, no puedo amarte.
Lo intenté, lo he intentado todo este tiempo, simplemente no puedo, no pude. Perdón, no lo mereces. Tú mereces volar y ser libre, ser feliz, tan feliz porque eres la mujer perfecta. Tan perfecta que yo no pude valorar. Contigo me siento cómodo, me siento en calma, me siento menos solo, me siento seguro, pero no feliz. Me siento amado, pero no enamorado. Me siento protegido, pero no protector. Me siento en paz, pero no pleno.
Perdón por todo el tiempo, perdón por el frío, por el hierro, por la hiel y por la sal. Perdón por el rechazo, por el abrazo a medias, por el beso seco, por la manos tiesas. Perdón por la ilusión, por la esperanza, por el camino. Perdón por las espinas, el mal humor, por las lágrimas y por el dolor.
Te quiero y te quiero mucho. Me fascinas, eres perfecta, eres luz y eres paz, eres todo. Pero no te amo.
Este artículo fue publicado originalmente por Kate Nateras el 13 de noviembre, 2019
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