Hace dos semanas el tiempo corrió como cualquier otro en el universo, el mundo giraba alrededor del Sol y se cumplían las 24 horas que dicta la naturaleza para dar paso al día y a la noche; sin embargo, durante ese tiempo pasaron todo tipo de eventos y fenómenos, uno de ellos –muy poderoso– tiene que ver con el color de tu piel. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) anunció que cada vez que pides trabajo, no tienes las mismas posibilidades que todos, aunque seas una persona derrochadora de talento.
La razón es bastante simple: las empresas mexicanas buscan que sus empleados tengan rasgos y un tono de piel claro, como si aquello fuera signo de destreza y superioridad, dejando de lado a las personas que tienen tonos más oscuros, es decir, a la mayoría de los mexicanos.
Las teorías evolutivas muestran que –por naturaleza– nuestra especie está compuesta por distintas razas, todas ellas determinadas por su entorno. Tan simple y sencillo como que una persona que vive en Africa será de piel oscura para protegerse del sol, así como que alguien que vive cerca del Polo Ártico tendrá la piel más clara por las condiciones climatológicas. Tendemos a adaptarnos a nuestro entorno, a lo que olemos, sentimos y experimentamos.
Sí, de alguna manera nuestras razas no lucen igual, pero cuando se trata de inteligencia, emociones, sentidos y habilidades todos somos lo mismo o tenemos la misma oportunidad ante instancias profesionales y derechos humanitarios. Sin embargo, en México aquello no llega a respetarse en su totalidad, ya que sólo hace falta abrir tus redes sociales para darte cuenta del último fenómeno social: #LadyPrieta.
#LadyPrieta es un síntoma de la sociedad, un cáncer –quizá– de un problema sobre otro. Es el reflejo de la inconsistencia y la desigualdad que el país aún no ha podido superar. En el video dos mujeres se presentan a una filmación, una grita como si fuera un neandertal… gritos y mucho ruido que traen palabras como: «…¿Te volviste loco o qué te pasa?… y menos por esta vieja que viene pinche bajada del cerro ¡Es una prieta por Dios!». Ella –de tez blanca– exclamó en un set cuando todos estupefactos guardaban silencio, incluyendo la chica que le había ganado con justicia la audición, eso causó que la rubia estuviera envuelta en enojo porque la habían relegado a un segundo plano; como si hubiera significado que la ignorarían por completo durante toda la vida.
Le había ganado el lugar por talento, rompiendo aquel estudio que INEGI mostraba hace dos semanas donde decía que las personas con piel morena no tenían las mismas oportunidades que alguien con tez clara. Tal vez era un ejemplo de cómo en México sí se puede dar la igualdad de oportunidades para todos, pero la actitud y arrogancia de algunas personas que se creen superiores por su piel demostró que aún existen demasiados pensamientos que buscan enaltecer la raza y los arquetipos en vez del talento y la inteligencia: la clase.
Aquello no es un fenómeno nuevo, es un reflejo de algo que el país viene arrastrando por siglos: el malinchismo. Pasar por encima de todos denigrando lo que significa ser mexicano; esto también puede ser una explicación de por qué la piel reina y ataca directamente a la educación, lo que eres como persona y en lo que te convertirás… simplemente triste.
Es así que con #LadyPrieta u otro evento similar en la vida real se demuestra que hace falta unión, compañerismo y fraternidad. Mezclar el gran y fantasioso mundo que tenemos en nuestras manos sin importar las barreras mentales que se determinan por el color del rostro, las manos, el pecho, las piernas; todo aquello que al final nos hace seres humanos conviviendo en el mismo planeta, al mismo tiempo, durante el día y la noche, en México… el país que –por naturaleza– debemos defender y amar, ya que es aquí donde sobrevivimos y nos adaptamos.
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