Sí, soy ‘Prieta’, orgullosamente PRIETA. Y es que por muchos años me hicieron sentir menos, desde niña me lastimaban burlándose del color de mi piel, me hicieron odiarme, desear ser más blanca, lastimarme a mí misma por cómo me veía, hasta que entendí que ser prieta debe darme mucho orgullo.
En este camino del amor propio me he enfrentado con muchos baches. Sí, me gusta mi cuerpo, lo amo y protejo, pero no siempre fue así. En ocasiones ni siquiera quería verme al espejo u odiaba que me etiquetaran en fotos de redes sociales, porque ahí estaba yo, con piel morena entre chicas blancas. ¿Por qué me odiaba tanto? Claro, por los estereotipos, por las reglas de lo ‘bello’ que nos dijo la sociedad. Lo moreno no es bonito, escuchamos desde el nacimiento, incluso hay una industria millonaria de productos blanqueadores. Hay un racismo arraigado que a decir verdad, cuesta mucho dejar atrás.
Un buen día lo decidí. Así soy, esta es la piel que me tocó y me acompañará toda mi vida. En esta piel he sentido, he amado, he sudado, me he movido. Gracias a ella sé lo que es el frío, una caricia y un pellizco. Esta piel es mía y me ha dado tanto. Necesito amarla como ella me ama a mí.
Tener la piel ‘prieta’ es resultado de un mestizaje, de la mezcla de nuestros antepasados, de nuestra historia y origen. Estoy orgullosa de ella, porque cuenta de dónde vengo, de todo lo que ha pasado detrás de mí para formarme. Porque mi piel morena no debería hacerme acreedora a rechazos, discriminación, racismo o comentarios hirientes. Mi piel morena se respeta, se valora y se admira.
He decidido amarme, abrazarme muy fuerte y reconocer la belleza de mi piel. Sí, prieta, así como tú le llamas para insultarme. Prieta como la tierra que me vio nacer, prieta como el barro de mis cazuelas, prieta como la calmada noche obscura, prieta como mis comales, prieta como el mole, prieta como el chile tatemado, prieta como el chocolate, prieta como mis papás, prieta como mis abuelos, prieta como mi México, mi lugar, mi suelo fértil que rozo con los pies descalzos.
No, no me molesta que me llames ‘Prieta’, porque el color de mi piel, esa piel morena, es lo que más me llena de orgullo. Porque recuerdo que mi abuelita me llamaba ‘prietita linda’ y es con lo que me quedo. Porque así es, linda, fuerte, poderosa, llamativa y única.
Claro que la piel morena es bella, por supuesto que nos podemos sentir felices y orgullosos de tenerla. Ya no me escondo más, porque por años me dijeron que tal color no me quedaba o que sonriera para verme en las fotos, que si soy el frijol en el arroz o el gato negro del viernes 13. Mi piel prieta es amor, mi piel prieta es familia, historia y fuerza.
No, no me lastima que me llames prieta porque el color de mi piel es de lo que más orgullosa estoy.
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