«Hay ciertas personas heterosexuales que están obsesionadas con el sexo entre las personas homosexuales. Esto es particularmente cierto cuando se trata de sexo anal. Mientras que ciertas personas religiosas y conservadoras te harían creer que los homosexuales se están sodomizando salvajemente entre sí en cada oportunidad disponible, créanme, no lo hacemos. La proporción de mi tiempo que dedico a practicar el sexo anal es menos de lo que gasto en lavar los platos por semana. ¿Puedes imaginar? Tendría que conseguir un lavaplatos», escribe Gareth McLean en su columna en The Guardian, donde reflexiona sobre el pavor social al hablar sobre el punto G de los hombres: el punto R.
Muchos hombres se oponen a probar este tipo de estimulación apenas se dan cuenta por dónde debe acceder su pareja para encontrarlo: el ano. Los varones temen que su “hombría” se tambalee frente a los ojos de los demás y los suyos mismos.
El punto R es una glándula del tamaño de una nuez que se encuentra en el recto del hombre; justo en el cuello de la vejiga, alrededor de la uretra. Según especialistas, la estimulación del “punto R” produce orgasmos 10 veces más intensos que los habituales, además de una mayor cantidad de semen expulsado. Debido a que el estigma masculino —que prácticamente prohíbe cualquier interacción con esa zona— hace que sea sumamente difícil que las personas disfruten de esta práctica sin temor.
Suponen, de manera errónea, que si dicha estimulación les gusta demasiado, podrían tener una tendencia homosexual que sólo están reprimiendo. Sin embargo, esto no es así. El ano es una parte del cuerpo como cualquier otra, la preferencia sexual no depende de los lugares donde se estimule, sino de la excitación que se tiene hacia uno u otro género.
Las mujeres, por su parte, temen intimidar a sus amantes y por eso se abstienen de sugerirles esta práctica. Otras, en cambio, se rehusan por completo a hacerlo, porque lo creen antihigiénico o moralmente insano.
Sin embargo, si superas esos tabúes y te aventuras a conocer una parte de tu placer que nunca antes conocías, es una buena manera de perder miedos innecesarios que sólo te limitan a conocer tu cuerpo. Si decides hacerlo, estos tips podrán ayudarte el acto.
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Comienza con sexo oral
Para que sea una experiencia agradable, es preciso estar excitado. De lo contrario sería sumamente extraño e incluso, doloroso. El sexo oral es una buena idea para comenzar. De esta manera te sentirás más relajado y, por ende, todo fluirá mucho mejor
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Pregunta hasta donde
No improvises ni tomes iniciativa si tu pareja no te ha pedido que lo hagas. Ve poco a poco, según tu pareja vaya respondiendo. El uso de juguetes sexuales será algo que también tendrás que considerar junto con el otro, si quieres experimentar. El uso de dildos o cinturones puede ser un paso “más” en el que ambos deben estar completamente de acuerdo y libres de prejuicios para usar.
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Usa lubricante
Lubricar es un factor fundamental en las relaciones sexuales. Para estimular el punto R, esto también es sumamente vital. El ano es un lugar muy sensible —precisamente de ahí que sea una zona erógena— por eso, cualquier paso en falso podría lastimar.
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Naturalmente, nadie te obliga a experimentar algo que no quieres hacer. No es obligatorio. Si no te sientes cómodo, puede ser mejor esperar. Sin embargo, piensa que te puedes estar perdiendo de un goce al que tienes derecho sólo por temores y prejuicios infundados.
Estimular el ano no te hace gay —si es que tu preocupación es esa— es una manera de conocerte por completo, llegar a un orgasmo máximo, saber qué es lo que te da placer, e, incluso, puede servir como un ejercicio de confianza entre tú y tu pareja.
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