Desde que David Thoreau fundó el ‘Walking Through the Wild, Inminent Legion of Walkers’, o para ser más precisos: sentó las bases en su libro ‘The Wild’ (1861), de esta legión que ahora yo imagino; la reflexión sobre la caminata y el devenir espacial es tema recurrente de artistas y escritores. A pesar de esto, más que una teoría a desarrollar, por encima de todo, es una práctica, un tipo de viaje.
Quien viaja no regresa nunca, porque la persona que parte no es la misma que cierra la puerta y concluye su camino. O llegar inicia otro: el de volver a la rutina del día, que si ha sido un verdadero viaje, nunca será la misma.
Este constante cambio sucede, ya que al viajar nos desprendemos de comentarios sobre nosotros, de imposiciones y presiones sociales. Esas precisamente son las interferencias que comienzan a filtrarse entre las parejas después de algún tiempo de relación: encontrarse anclados a lo que la otra persona espera y cree de uno.
Algunas personas no quieren compromisos ni sentirse encadenadas a una manera de ser que, se quiera o no, cambiará después de algún tiempo. Viajar nos enseña a esforzarnos para ser independientes y buscar el bienestar en nuestro propio camino.
¿Por qué en años recientes algunas mujeres eligen entre permanecer viajando a tener una pareja?
Desde esta encrucijada escribe Gloria Atanmo: “La idea de que una mujer está atada a la cadera de su pareja (que necesita de su aprobación) no me sienta bien. Tuve desde la preparatoria y la carrera amigas que hicieron de lado su educación para apoyar y estar al lado de su pareja que buscaba mejores oportunidades de vida”. Después dice que tal vez sea admirable ese tipo de comportamiento pero es unidireccional.
Todas las parejas felices se parecen pero cada una es infeliz a su manera. Lo claro es que una relación no funciona si transita en una calle de dirección única. Se debe plantear de ida y vuelta.
Lo que necesitas es una pareja que no te haga sentir culpable por buscar tu propio crecimiento personal, que muchas veces está relacionado con viajar y seguir caminando buscando lo que se desee, escribe Antenmo.
Si se quiere estar en pareja esto no tendría que significar cancelar otros proyectos, al contrario; debería ser un crecimiento mutuo, de confianza y respeto en lo que el otro quiere, en cómo quiere ser, en lo que quiere llegar a convertirse. ¿Por qué tendrían que elegir las mujeres una u otra cosa?
Esto sólo demuestra que la sociedad en donde se vive es, en su base, machista. Esto es algo que se debe romper.
Las mujeres que prefieren la soltería para seguir viajando, ejercen un derecho que todos deberíamos tener: el de construirnos nosotros mismos. Seguir viajando, regresar y ser otro y otra siempre, y encontrar lo que se ama en ese camino.
David Thoreau escribió hace más de 150 años: “La mitad del camino no es otra cosa que desandar lo andado. […] Si te sientes dispuesto a abandonar padre y madre, hermano y hermana, esposa, hijo y amigos, y a no volver a verlos nunca; si has pagado tus deudas, hecho testamento, puesto en orden todos tus asuntos y eres un hombre libre; si es así, estás listo para una caminata”.
Así, el camino no concluye nunca.
De a poco la decisión de las mujeres que prefieren abrazar su soltería es más aceptada en la sociedad; a pesar de ello, puedes leer este testimonio: ’46 cosas que aprendí después de dos años de estar soltera y necesito que sepas’, donde tal vez se entrevea esa determinación de liberarse de discursos opresores y decidir libremente. La soltería también podrá cambiar tu vida sexual, descubre cómo: ‘5 aspectos de tu vida sexual que mejorarán si decides ser soltera’.
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Fuente:
The Blog Abroad
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