¡Vamos a bombardear a Hitler con porno!
Si no hubiese sido por un simple coronel de la Fuerza Aérea británica, la historia tendría una página entera sobre cómo los británicos lanzaron pornografía sobre la Alemania nazi para desestabilizar el estado emocional de Adolf Hitler.
Los psicólogos de la Oficina de Servicios Estratégicos de la Segunda Guerra Mundial habían determinado que Hitler tenía una repulsión patológica hacia el sexo. Es decir, de acuerdo con sus análisis, consideraban que el hombre no soportaba hablar o pensar en cualquier asunto relacionado con la sexualidad, así que llegaron a la conclusión de que podrían causarle una crisis nerviosa si tan sólo pudiesen llenarlo de pornografía hardcore. Se creó un plan para que un avión de la Fuerza Aérea pasara sobre su búnker dejando caer cientos de imágenes pornográficas, las cuales vería al salir; sin embargo, cuando se le presentó la idea a los miembros de la FA, el líder se rehusó afirmando que no dejaría que sus hombres arriesgaran su vida por un plan tan estúpido como ése.
Esa historia está narrada en The Mighty Wurlitzer: How the CIA Played America, libro en el que Hugh Wilford expone algunos de esos planes extraños y fracasados que fueron planificados en contra de los alemanes. Pero además de esos, existen otros cuantos que demuestran que los Aliados estaban dispuestos a todo, incluso a usar polvos picapica y bombas fétidas, con tal de ganar la guerra. Éstas son algunas de esas operaciones que son tan absurdas como desconcertantes.
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Polvos de picapica
En el libro How to be a spy: The World War II SOE Training Manual, en el que Denis Rigden detalla algunas de las operaciones del Special Operations Executive británico, señala que algunos agentes aliados que estaban situados en zonas ocupadas por los alemanes solicitaban polvos de picapica. Las lavanderas y empleadas domésticas que trabajaban para los nazis hacían pasar el polvo por talco y lo esparcían en sus uniformes. Se dice que uno de los botes U que sería utilizado para una misión tuvo que regresar puesto que toda la tripulación sufría de dermatitis severa. En Noruega, algunos Aliados lo pusieron en los condones de las tropas alemanas, provocándoles así una horrible irritación. Fue una de las tantas —y pequeñas— operaciones que, aunque parecían raras, servían para levantar el espíritu de los antifascistas y confundir al enemigo.
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Laxantes
Cuando las tropas alemanas ocuparon Noruega, los locales estaban indignados, especialmente porque el Gobierno reveló que iba a apoderarse de toda la pesca de sardinas alrededor del país, uno de los alimentos más importantes para los población. Sin embargo, al enterarse de que los alemanes estarían recibiendo ese producto para usarlo como reserva para los tripulantes de sus botes U, decidieron entrar en acción. Los Aliados le pidieron al Servicio de Inteligencia Británica una gran dotación de un laxante que pudiese ser mezclado con aceite vegetal. Los ingleses les dieron aceite de croton, el cual pudieron llevar a las fábricas donde se enlataban las sardinas, provocándole una horrible diarrea a miles de soldados que viajaban en los botes y submarinos. Por su parte, los británicos comenzaron a crear otra fórmula, la cual era lanzada sobre las zonas ocupadas con una etiqueta que le sugería a los soldados que, si no querían morir en combate, deberían tomar el laxante y pasar unos cuantos días en el hospital.
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Fotografías falsas del Führer
La prensa siempre fue una de las mejores armas en contra del fascismo y durante la guerra. Con eso en mente, los británicos contrataron a Sefton Delmer, un periodista del Daily Express para que creara propaganda “negra” usando escándalos, historias ridículas y chistes en contra de los alemanes. Lo que hizo Delmer fue crear un canal falso llamado Gustav Siegfried Eins, una estación en la que fascistas falsos de ultraderecha se quejaban del gobierno de Adolf Hitler. Muchas de las historias se enfocaban en conductas sexuales inapropiadas por parte de los nazis, así que Delmer decidió crear imágenes falsas que retrataran un lado asqueroso y pervertido del Führer; imágenes del regente masturbándose o desnudo llegaron a ojos de los alemanes, quienes respondieron que esas imágenes no retrataban la realidad del líder, a lo que Delmer respondió con un cartón de Hitler con un pene enorme, señalando que “todos saben que el Führer no posee nada de ese tipo”.
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Periódicos paródicos
Además de las fake news creadas por Delmer, los noruegos encontraron otra forma para pelear contra la propaganda nazi. A pesar de que los alemanes controlaron el periódico más importante de esa nación, Le Soir, los rebeldes nativos se las ingeniaron para jugarles una trampa. Antes de que el diario se distribuyera entre los locales, los Aliados entregaban su versión para que fuese comprada por cualquiera, revelando la estupidez de los alemanes. Periodistas, dibujantes y encargados de imprenta fueron parte de este proyecto. Todas las noticias tenían un giro que hacía burla a los oficiales nazis, los obituarios estaban llenos de los nombres de los colaboradores y hasta los cartones eran una parodia extrema del fascismo de ultraderecha. Aunque dos de los fundadores fueron torturados y ejecutados por la Gestapo, hoy son vistos como héroes que ayudaron a la resistencia, levantándoles el animo al probar que esos criminales no podían controlar todo.
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Bombas apestosas
En el libro The Black Art: British Clandestine Psychological Warfare against the Third Reich, Lee Richards describe las distintas formas en que los británicos usaron la guerra psicológica en contra de los alemanes, y otro de sus métodos fue el desarrollo e implementación de bombas fétidas. Llamadas “S-Capsule”, eran pequeñas armas que podían activarse dentro del abrigo de un enemigo y dejar un hedor imposible de eliminar. Se dice que lo usaron principalmente en invierno, ya que los nazis no contaban con las prendas suficientes para todos los miembros, así que la víctima se tenía que mantener con mal olor por tiempo indefinido. Asimismo, el servicio de inteligencia creó otra bomba llamada “Who Me?”, que era aun más potente que la anterior y dejaba una marca tan fuerte que gran parte de los Aliados se rehusó a usarla, ya que podían terminar oliendo mal durante semanas o hasta meses.
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Grafiti permanente
La guerra psicológica de los británicos contra de los nazis también se enfocó en la burla y la rebeldía hacia la propaganda nazi, por ese motivo impulsaban el uso de grafiti para manchar anuncios y paredes dedicadas a los mensajes fascistas. Sin embargo, la pintura era borrada con facilidad, así que el servicio de inteligencia decidió crear una que fuese permanente. El producto fue enviado detrás de lineas enemigas oculta en empaques de pasta de dientes y sirvió para combatir el constante bombardeo informativo de los nazis. El único problema fue que un encargo llegó por error a los soldados Aliados en África, quienes pensaron que era pasta, lo que terminó por arruinarles los dientes «y la moral».
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Papel de baño
Papel de baño… con la cara de Hitler. Así como algunos protestan en contra de Donald Trump con papel higiénico con su rostro impreso, los británicos creían que ese tipo de acciones ayudaba a socavar el esfuerzo de los enemigos. De hecho, utilizaron la escasez de ese producto en Alemania para enviarlo a las zonas que tenían controladas. Los rollos tenían mensajes como «¡Camaradas! Ya es suficiente de esta mierda», lo cual resultaba hilarante para cualquier antifascista, y una pesadilla para los simpatizantes.
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La guerra psicológica que planeaban los británicos en contra de Hitler parecía salida de una película de comedia y no de un drama que representaría todo el dolor que trajo consigo la Segunda Guerra Mundial. Bombas apestosas, condones con picapica y chistes gráficos parecen más las armas de un bully de secundaria; sin embargo, sirvieron para mantener alta la moral entre los aliados y burlarse del extremismo del Führer y de su ideología. Aunque para muchos podría parecer que no fueron de gran ayuda, son herramientas que aún se utilizan para socavar los esfuerzos de distintos enemigos alrededor del mundo.