Este artículo fue publicado originalmente por Alejandro I. López el 13 de agosto de 2018 y ha sido actualizado por Cultura Colectiva.
El principal artífice del triunfo español fue Hernán Cortés, cuyo camino al Valle de México se puede rastrear a través de distintas crónicas dedicadas a convencer a Carlos V de su empresa. Documentos históricos invaluables, no por su precisión narrativa, sino por el discurso que envuelve al conquistador y su contexto: en plena rebeldía y después de ser revocado su mandato para organizar una expedición por Diego Velázquez, Cortés parte de Cuba hacia Cozumel en 1519, en un recorrido decisivo que habría de moldear el devenir del que hoy somos parte.
¿Cómo aconteció la Conquista en los ojos de Cortés? ¿Cómo describió los momentos más álgidos de su camino a la capital mexica y hasta su caída? Éstas son algunas de las frases que el conquistador escribió en sus relaciones:
Cortés descubre el camino de Cholula a Tenochtitlán entre los volcanes
«Que a ocho leguas de esta ciudad de Churultecal están dos sierras muy altas y muy maravillosas, porque en fin de agosto tienen tanta nieve que otra cosa de lo alto de ellas sino la nieve se parece. Y de la una que es la más alta sale muchas veces así de día como de noche tan grande bulto de humo como una gran casa, y sube encima de la sierra hasta las nubes tan derecho como una vira, que, según parece, es tanta la fuerza con que sale que aunque arriba en la sierra anda siempre muy recio viento no lo puede torcer».
Descripción de Tenochtitlán
«Esta gran ciudad de Temixtitán está fundada en esta laguna salada, y desde la tierra firme hasta el cuerpo de la dicha ciudad por cualquier parte que quisieren entrar a ella hay dos leguas. Tiene cuatro entradas todas de calzada hecha a mano tan ancha como dos lanzas jinetas. Es tan grane la ciudad como Sevilla y Córdoba. Son las calles de ella, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas de éstas y todas las demás son la mitad de tierra y por la otra mitad es agua por la cual andan en sus canoas».
Encuentro con Moctezuma
«Nos salió a recibir aquel señor Mutezuma con hasta ducienos señores, todos descalzos y vestidos de otra librea o manera de ropa asimismo bien rica a su uso y más que la de los otros. Y venían en dos procesiones muy arrimados a las paredes de la calle, que es muy ancha y muy hermosa y derecha, que de un cabo se parece el otro y tiene dos tercios de legua y de la una parte y de la otra muy buenas y granes casas así de aposentamientos como de mezquitas».
Sobre el poder y las riquezas de Moctezuma
«¿Qué más grandeza puede ser que un señor bárbaro como éste tuviese contrahechas de oro y plata y piedras y plumas todas las cosas que debajo del cielo hay en su señorío tan al natural lo de oro y plata que no hay platero en el mundo que mejor lo hiciese; y lo de las piedras, que no baste juicio [para] comprender con qué instrumentos se hiciese tan perfecto; y lo de pluma, que ni de cera ni en ningún broslado se podría hacer tan maravillosamente?».
La muerte de Moctezuma según Cortés
«Y el dicho Mutezuma, que todavía estaba preso y un hijo suyo con otros muchos señores que al principio se habían tomado, dijo que le sacasen a las azoteas de la fortaleza y que él hablaría a los capitanes de aquella gente y les haría que cesase la guerra. Y yo lo hice sacar, y en llegando a un petril que salía fuera de la fortaleza, queriendo hablar a la gente que por allí combatía le dieron una pedrada los suyos en la cabeza tan grane que dende a tres días murió. Y yo lo hice sacar así muerto a dos indios que estaban presos, y a cuestas lo llevaron a la gente. Y no sé lo que de él se hicieron, salvo que no por eso cesó la guerra, y muy más recia y muy cruda de cada día».
La captura de Cuauhtémoc y caída de Tenochtitlan
«…y prendiéronle a él y a aquel Guatimucín y a aquel señor de Tacuba, y a otros principales que con él estaban; y luego, el dicho capitán Garci Holguín me trajo allí a la azotea donde estaba, que era junto al lago, al señor de la ciudad y a los otros principales presos, el cual, como le hice sentar no mostrándole riguridad ninguna, llegóse a mi y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase. Y yo le animé y le dije que no tuviese temor alguno y así, preso este señor, luego en este punto cesó la guerra, a la cual plugo a Dios Nuestro Señor dar conclusión en martes, día de San Hipólito, que fue 13 de agosto de 1521».
El triunfo de la Conquista
«De manera que desde el día que se puso cerco a la ciudad, que fue a 30 de mayo del dicho año, hasta que se ganó, pasaron setenta y cinco días, en los cuales vuestra majestad verá los trabajos, peligros y desventuras que éstos sus vasallos padecieron, en los cuales mostraron tanto sus personas, que las obras dan buen testimonio de ello. Y en todos aquellos setenta y cinco días del cerco, ninguno se pasó que no se tuviese combate con los de la ciudad, poco o mucho. Aquel día de la prisión de Guatimucín y toma de la ciudad, después de haber recogido el despojo que se pudo haber, nos fuimos al real dando gracias a nuestro Señor por tan señalada merced y tan deseada victoria como nos había dado».
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