La figura del chulo, el pimp o el padrote no es ajena en ningún contexto social de estos días. Sin embargo, la identificamos como parte de una escena de marginalidad y pobreza extrema que sólo se reproduce en los sectores más bajos de las ciudades; el Bronx, las favelas brasileñas y la Junquera en España son sólo algunos ejemplos del gran negocio ilícito que implica dedicarse a la trata. Sin embargo, en el municipio de Tenancingo en el estado de Tlaxcala, México, la explotación sexual es una empresa que según sus pobladores, se maneja a nivel municipal.
El nombre de este municipio proviene del náhuatl y significa “pequeño lugar amurallado”, algo a lo que los lugareños coludidos han sabido rendirle honor al mantener protegidos a todos los proxenetas que ahí habitan, a pesar de que el gobierno estatal ha clausurado al menos 264 establecimientos dedicados a la trata.
Quienes manejan estos negocios se mantienen ocultos en lujosas casas que contrastan dramáticamente con modestas construcciones de un piso que incluso se encuentran “a medias”; además de los lugareños, las únicas personas que tienen permitido pasear sin seguridad a lo largo de las calles de Tenancingo son los padrotes. Cualquier otra persona que sea considerada extraña hará que suenen las campanas de la iglesia, las cuales pasaron de alertar a la población sobre un gran incidente a convertirse en una llamada al linchamiento.
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Sueños sucios y otros muchos que yacen rotos
Para muchos niños en Tenancingo, el futuro no podría ser más claro: quienes están expuestos o en contacto con la trata esperan con ansias su adolescencia, pues esa ahí donde comenzarán a acercarse al oscuro negocio del proxeneta, un ícono que se reproduce y presenta ante ellos como un futuro prometedor. Ya sea por suerte o como parte de un negocio familiar, no hay día que estos pequeños no deseen verse a sí mismos como dueños de mansiones de cuatro pisos y un par de camionetas de lujo que les permitirán presumir su estatus y papel que —a base de golpes, explotación y engaños— se han “ganado” en la sociedad.
La de las niñas es una visión muy diferente, pues aunque la mayoría de las prostitutas reclutadas por los proxenetas del Tenancingo provienen de otras estados de la república y de países de Centroamérica; ninguna puede considerare completamente libre. Ellas tienen miedo incluso de crecer, pues saben que con tal de “manejarlas” los padrotes son capaces de llevarlas a otro estado o a los Estados Unidos, donde las harán trabajar en jornadas crueles y bestiales.
«Hombres que vieron las lágrimas que me salían por los ojos. Gritaba que ya me dejaran en paz, gritaba que ‘ya por favor’ y cerraba los ojos».
— Karla, ex-prostituta a quien su captor la obligo mediante gritos y amenazas a complacer a más de 30 hombres
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Amor eterno e inolvidable
¿Que cómo hacen estas personas para conseguir mujeres? Aunque parezca producto de una mala telenovela, los proxenetas enamoran a chicas solitarias y desprotegidas; al principio parecen ayudarles a superar sus problemas sentimentales y económicos. Sin embargo, después de un meloso periodo lleno de lujos y promesas matrimoniales, es cuando los padrotes les piden que se prostituyan “para pagar una deuda” y es entonces cuando comienza la pesadilla interminable.
«Procuraba no pegarles ni en la cara ni en las piernas. Les pegaba, cruel, en la espalda, en las nalgas, les llegué a dar ‘toques’ (electrocutarlas)».
— Mario, ex-proxeneta de Tenancingo
Después de un tiempo expuestas a abusos y malos tratos, las víctimas de trata en Tenancingo lo único que desean es que todo el peso de la justicia caiga sobre sus verdugos; no obstante, saben que esto no será posible mientras las mismas autoridades de Tenancingo protejan a los delincuentes que ahí se encuentran resguardados o paseando impunes, gracias a la fortuna que han amasado con abusos y violencia.