“Grupo de mujeres hermosas solicita hombre de compañía para hacer marranadas.Requisitos: un cuerpo atlético, rostro con facciones armoniosas y que sea amante de los cerdos. Interesados, favor de responder un pequeño cuestionario en línea y enviar una fotografía de cuerpo completo (de preferencia semidesnudos) con una máscara de cerdo. En caso de ser seleccionado, nos comunicaremos contigo a la brevedad. Se dará una mayor preferencia a los candidatos que imiten de forma excelente los sonidos del marrano.
Mucha suerte”.
Éste podría ser el anuncio de “Abused Peggies” (cerditas abusivas), uno de los sitios más extravagantes que puedes encontrar en Internet. Una comunidad que gusta de explorar el canibalismo a través de historias ficticias, expresiones artísticas y fotografías de sí mismos sobre todos los guisados con carne que puedan ocurrírseles. Y por increíble que parezca, aun cuando aseguran que no se trata de un sitio sadomasoquista o de citas, los hombres que resultan seleccionados por las “cerditas” pueden tener un encuentro con ellas. ¿El objetivo?
Comérselos como mejor les plazca. Tal parece que la afirmación de Thomas Hobbes “el hombre es el lobo del hombre”, es la metáfora perfecta cuando se trata de ahondar en el instinto salvaje que el hombre y la mujer portan en su interior. En este punto por supuesto, no faltarán los detractores de este texto: el ceño fruncido, la lengua venenosa, el comentario agridulce…
No obstante, los hechos respaldan estas palabras y así como existen tantas formas de desear a alguien como voces en el mundo; el canibalismo en nuestros días sucede más allá de nuestra imaginación. ¿Crueldad, salvajismo, degeneración? Antes de emitir cualquier juicio, es necesario conocer la historia.
Buenos Aires, 1536. La ciudad aún no cumple con las condiciones para ostentar dicho título. Es apenas un terreno insalubre, plagado de enfermedades y enfrentamientos entre indígenas y conquistadores. Características todas que condujeron a los escasos habitantes de la zona a comer ratas, ratones, culebras e incluso suelas de zapato. Al respecto, el mercenario alemán Ulrico Schmidl, en su texto “Viaje al Río de la Plata: (1534-1554)” narró que, obligados por el ansia y la desesperación, tres de los conquistadores españoles hurtaron un caballo y se lo comieron.
“Esa misma noche otros españoles se arrimaron a los tres colgados en las horcas y les cortaron los muslos y otros pedazos de carne y cargaron con ellos a sus casas para satisfacer el hambre…”, detalla Schmidl en el mismo texto. Desde entonces, el canibalismo comenzó a documentarse en un sinfín de crónicas históricas españolas, pero las raíces de dicha práctica se localizan mucho antes de la conquista de América por las potencias del Viejo Continente.
La investigadora del Museo de Historia Natural de Londres, Silvia Bello, ha declarado que la antropofagia (la actividad de comer carne u otros tejidos humanos durante la dieta) comenzó hace más de 3 mil años en África y Europa.
“Según mis cálculos, entre el 25 y el 30 % de los yacimientos de neandertales y Homo Sapiens sugieren que se practicaba el canibalismo. Para mí, se trata de un porcentaje alto que demuestra que esto era más común de lo que pensamos”, afirmó la historiadora al periodista Javier Yanes de El Español en mayo del 2016.
Al respecto, los científicos se han enfrascado en una calurosa discusión por saber si el canibalismo ha sido una constante en la historia de la humanidad. Sin embargo, los estudios realizados hasta el día de hoy no son concluyentes. Lo que es un hecho científico, sin lugar a dudas, es que el canibalismo es una estrategia de supervivencia que únicamente ocurre en situaciones de escasez.
¿El canibalismo, entonces, es una cuestión cultural? Cuando se descubrió que las víctimas del canibalismo del homo anteccesor fueron niños en su mayoría, llevó a los investigadores a referirse a este espécimen como un ejemplo de canibalismo por sobrevivencia. Situación idéntica a la de los humanos de las cuevas de Gough, en el Paleolítico, quienes además de devorar a sus víctimas, se daban el lujo de usar la tapa de los sesos de los cadáveres como si se tratara de una copa de cristal.
Después de estas observaciones, la comunidad académica y científica ha concluido, hasta el momento, que el canibalismo (sin tomar en cuenta los trastornos psiquiátricos retratados tantas veces en las películas), es un mecanismo ritual y durante mucho tiempo, funcionó como uno de supervivencia. No obstante, la relación entre el ser humano y tan discutida práctica resulta ambigua. Dicha contradicción se refleja en la doctrina cristiana de convertir una sustancia en otra:
“La consagración del pan y del vino opera como una conversión de estos alimentos en el Cuerpo de Cristo Nuestro Señor y en su sangre”, de acuerdo con el concilio de Trento, entre 1545 y 1563, al norte de Italia.
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El canibalismo continuará siendo objeto de análisis y estudio en distintas disciplinas. De alguna u otra forma, todo lo concerniente con las expresiones humanas trastocan aspectos culturales, médicos, académicos, históricos y antropológicos. En este sentido, la antropogafia también es una manifestación de las contradicciones del hombre. Mientras tanto, la proliferación de colectivos o sitios en Internet como las “Abused peggies”, seguirán alimentado una práctica en donde el hombre es un festín delicioso a la espera de ávidos comensales. Provecho.
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Referencia:
El Español