Los actos mortales en la historia del humano han sido muchos. Claro, se han hecho más visibles y notorios desde el atentado terrorista de septiembre 2011 y la matanza de Columbine; sin embargo, no por ser actos de la contemporaneidad brutal y enferma son los únicos, a lo largo de las eras se han llevado a cabo masacres inhumanas en nombre de cualquier cosa. Ya sea por intereses o problemas políticos, religiosos, psicológicos, sociales y de comunicación, el hombre ha cometido actos atroces en contra de su misma especie y llevado a la paranoia desconcertante a las mentes más tranquilas del mundo.
“Cerca de las 21:30 p.m., Woo se acercó a una villa cercana, se escondió entre los arbustos y comenzó a lanzar fuego contra los transeúntes”.
Uno de ellos –y quizá de los más extraños o absurdos que jamás haya existido– fue Woo Bum-Kon, responsable de uno de los tiroteos más salvajes en Corea del Sur; según las personas que le conocían, antes del acto, Woo era una persona caracterizada por la depresión, aspecto que mezclado con la ansiedad le hicieron víctima de sus mismas acciones violentas. Antes de ese terrible episodio en 1982, él había trabajado para la policía y formado parte de la milicia en la provincia de Gyeongsangman-do.
Sin encontrar otro motivo aparente más que un caso de ira extrema, durante la noche de la masacre, Woo había peleado con su novia tras haber sido despertado por ella al tratar de matar una mosca golpeando contra su pecho. La discusión se convirtió en un escenario de violencia donde la mujer terminó muy malherida y su casa hecha un desastre; después, él salió a beber para posteriormente entrar a la estación policíaca y, sin que nadie se diera cuenta, cargarse de armamento. Esto consistía en dos rifles con cientos de municiones y siete granadas.
“Usando el mismo método, mató a un total de 56 personas en 5 villas diferentes”.
Cerca de las 21:30 p.m., Woo se acercó a una villa cercana, se escondió entre los arbustos y comenzó a lanzar fuego contra los transeúntes con un M1 Carbine; su novia, que había salido a las calles para buscarlo, pasaba por ahí y recibió un disparo en el muslo, pero no fue asesinada. Más tarde, saciado su instinto asesino en las calles, se dirigió a una oficina postal y mató a tres personas poco después de haber cortado las líneas telefónicas del lugar.
Se tiene registrado que desde el sitio, Woo comenzó a disparar indiscriminadamente hacia las casas cercanas y, accediendo a unas cuantas valiéndose de su posición como policía, mató a familias enteras desde dentro.
“Así, el infierno sudcoreano se vivió por un espacio de ocho horas sin que nadie pudiera intervenir en él”.
Usando el mismo método, mató a un total de 56 personas en 5 villas diferentes. Cuentan que utilizó varios recursos para obtener lo que esperaba; por ejemplo, en una casa tomó a todos los integrantes como rehenes, obligó a uno de los hijos a ir por una bebida a la tienda y, cuando éste regresó, asesinó a toda la familia. En otro hogar, le fue imposible entrar, entonces lanzó una granada para asegurar su cometido. Así, el infierno sudcoreano se vivió por un espacio de ocho horas sin que nadie pudiera intervenir en él.
Todo finalizó en un acto suicida que llevó a Woo a detonar dos granadas para no sólo terminar con su propia vida, sino con la de dos personas más. La policía tardó demasiado en hacer caso a los llamados y fueron culpados más tarde por su desidia; según los récords, el cuerpo de seguridad fue notificado a tiempo, pero nadie agilizó el rastreo del asesino.
Hoy se recuerda ese capítulo en la zona como uno de los más atroces atentados, con un memorial de 35 personas heridas que recuerdan el terror como si hubiera sido el día anterior y 57 muertos, incluido el mismo Bum-Kon. En la investigación, su novia dio testimonio de que esa palmada sobre el cuerpo de Woo (para matar a la mosca) fue el detonante final de un largo periodo infeliz entre ambos, gracias a la negativa de ella para contraer matrimonio.
El jefe de policía y otros cuatro oficiales fueron suspendidos, removidos y finalmente llevados a la cárcel por negligencia. El ministro del Interior Sudcoreano, Chung-hwa suh, renunció a su puesto alegando una falta de honor y el pueblo entero vivió por bastante tiempo más con el miedo de ser atacados de nueva cuenta sin la seguridad de ser defendidos por sus aparatos de control. Hasta la fecha, la matanza civil de Woo es algo que pocas veces se menciona. Sobre todo porque sus motivos, reducidos a una mosca y una inestabilidad emocional, han sido los peores para desatar el terror de la historia moderna.
Motivos de ésta y otras naturalezas también se pueden rastrear en el libro que inspiró el asesinato de John Lennon y algunas impactantes películas que muestran asesinatos reales.