«Miramontes era consciente de que la píldora liberaba a la mujer para que tomara decisiones. También era consciente de que se trataba de uno de los descubrimientos más importantes del siglo».– Felipe León Olivares
Sí, somos malinchistas. Nos encanta hacer menos a los nacionales. Despreciamos un invento de esos mexicanos que han decidido hacer todo por su país y cuando una empresa extranjera relanza o decide apoyar a ese talento, en ese instante, nosotros consideramos que es buena idea tomarlos en cuenta.
Algunos han decidido llamarlo “síndrome del cangrejo mexicano”. En psicología se refiere a la teoría conspirativa que nos llena la mente de ideas erróneas sobre lo que una sociedad es capaz de hacer con tal de que no logremos nuestros objetivos, pero para la sociedad mexicana es una realidad.
“Cualquier prejuicio es bueno para ser déspotas y descalificar su trabajo”.
Ese malinchismo que hemos acarreado desde la colonia nos ha hecho olvidar lo talentosas que pueden ser algunas personas que sólo necesitan un poco de apoyo para lograr sus sueños. Muchos lo consiguen, pero otros, sobre todo personalidades famosas, no tienen margen de error. Todos nos convertimos en los mejores jueces… ya sea el físico, la personalidad, un error al hablar, el seseo adquirido en una nación a la que fue a triunfar, el no creerlos completamente “mexicanos”, considerarlos nefastos, cualquier prejuicio es bueno para ser déspotas y descalificar su trabajo.
El ejemplo de moda es la gimnasta mexicana Alexa Moreno, quien a pesar de estar lastimada de un pie, decidió competir en los Juegos Olímpicos para recibir cientos de burlas referentes a su peso. Muchos mexicanos han permanecido también en la sombra de una cultura que no sabe apreciar su talento. Algunos de ellos son, por ejemplo, la artista Antonieta Rivas Mercado o el gran poeta estridentista Salvador Gallardo.
Alexa Moreno en competencia durante los Juegos Olímpicos de Río 2016 / Foto
En ciencia, la problemática es la misma. De hecho, uno de los premios Nobel por el que nos sentimos tan orgullosos no pudo realizar sus investigaciones en México, fue la universidad de California donde, con el apoyo del químico Sherwood Rowland, pudo concretar sus experimentos.
Del mismo modo, existe un mexicano del que nos hemos olvidado y del que vale la pena hablar. El 15 de octubre de 1951, Luis Ernesto Miramontes firmó la patente de la píldora anticonceptiva. En todos lados se asegura que el austriaco Carl Djerassi es el padre del compuesto químico que fue la base de este invento, pero el nombre de Miramontes es el primero que aparece en este documento.
El compuesto principal de la pastilla, de hecho, se extrajo de una planta endémica del país conocida como barbasco. El invento fue financiado por un laboratorio mexicano conocido como Syntex, muchos ya lo habían intentado, pero sólo ellos pudieron sintetizar la sustancia que evitaría el embarazo.
El país vivía en una época dorada de la química y Russell E. Marker, el fundador del laboratorio e inventor de la técnica para extraer la materia prima, buscaba producir progesterona a partir de plantas, puesto que antes de esto se necesitaban testículos y ovarios de animales para hacerlo. Un gramo de progesterona podía costar 80 dólares y para cambiar este método de excesivo presupuesto, Marker sabía que México, con su tradición herbolaria, podía ser un buen lugar para comenzar.
Después de un tiempo en el que Marker había comenzado a trabajar con el húngaro Emeric Somlo en su nuevo laboratorio “Syntex”, las disputas incrementaron y Marker, quien creía tener el secreto en sus manos, decidió alejarse de México para hacer sus experimentos por su cuenta.
Foto: Shutterstock
Marker era un hombre celoso de su trabajo y se rumoraba que sus asistentes eran casi analfabetas para que no pudieran robarle sus descubrimientos y patentes. Sin embargo, cuando Marker se alejó, el laboratorio firmó un acuerdo con la Escuela Nacional de Química de Tacuba. Los estudiantes podían realizar sus investigaciones en el laboratorio y publicar sus investigaciones en revistas y publicaciones de alto renombre científico.
Syntex logró crecer con los nuevos participantes y se convirtió en un laboratorio con gran renombre en la industria. Cuando Djerassi y Rosenkranz llegaron, dirigían una investigación sobre estrógeno. Luis Ernesto Miramontes, estudiante de Química, hacía su tesis bajo la tutela de Djerassi; tenía 26 años.
El hábil estudiante descubrió el eslabón para poder realizar la norentindrona… mismo compuesto que todos los científicos buscaban con ahínco. Esa sustancia fue el activo para el primer anticonceptivo oral y de esta manera, Miramontes descubrió qué es lo que hizo funcionar a la gran fórmula que ha permitido hacer a las mujeres más libres y tener el control de su cuerpo.
En varios experimentos Miramontes había conseguido el compuesto, pero éste tenía impurezas, su tutor le pidió que las quitara, pero cuando lo hizo, el compuesto no funcionó. Así, Miramontes descubrió que eran las impurezas las que lograban que la pastilla funcionara y así, completó el método.
La pastilla salió a la venta en 1960 y Miramontes se convirtió en uno de los hombres más importantes en la Química. Fue fundador del Instituto de Química de la UNAM y es considerado uno de los tres orgullos nacionales, del mismo modo que Mario Molina y Andrés Manuel del Río, quien descubrió el Vanadio.
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