Desde el comienzo de la civilización, los hombres han soñado con tener una máquina capaz de regresar el tiempo, aunque, si nos detenemos a pensar un poco, ese artefacto ya existe: la cámara fotográfica. La capacidad de esta máquina para congelar nuestros recuerdos, nos permite volver a vivir, cuantas veces queramos, instantes en los que hemos sido felices o aquellos en los que aún ni siquiera existíamos.
Las fotografías, esos documentos que nos recuerdan cuánto ha evolucionado el mundo desde el momento en que fueron tomadas, son una herramienta necesaria para la historia; teniéndolas a la mano no hacen falta palabras para describir el transcurso del tiempo. Basta con comparar la realidad actual con la plasmada en estas imágenes para convencernos de los cambios, que sitios como la Ciudad de México, han sufrido con el pasar de los años.
Resulta difícil formarnos una imagen diferente de la ciudad como la conocemos hoy. Nos hemos acostumbrado tanto a ella, a sus sonidos y calles, que observar una fotografía de la construcción del Palacio de Bellas Artes, por ejemplo, puede provocarnos escalofríos por la lejanía de ese momento. En efecto, estas tomas son piezas invaluables, porque implican una mirada a nuestro pasado, pero al mismo tiempo nos da una leve idea de la fragilidad de la historia y de nuestra estadía en este mundo.
Podemos decir que pocas de las personas que han subido hasta la cima de la Torre Latinoamericana se han puesto a pensar que están parados sobre 61 años de la historia de la ciudad. ¿Qué cosas no podrían contarnos estas fotos? Cada una de las personas retratadas, intencional o accidentalmente, podrían contarnos una historia relacionada con el instante en que el obturador se activó frente a sus cuerpos.
Podría ser un buen ejercicio preguntarnos qué tanto queda de la ciudad cosmopolita y con hambre de progreso en la que vivieron Carlos Fuentes y Octavio Paz. Si la hemos llevado a otro nivel, en el que los cambios del exterior la han hecho convertirse en un monstruo de concreto que a veces nos sorprende con su imponente tamaño y la cantidad de personas que transitan por sus calles, como si fueran la sangre que le da vida diariamente.
Las personas, industrias y transportes que transitaron por las calles de esta enorme ciudad han sido sustituidas por versiones más recientes de ellas mismas; que reflejan un avance tecnológico e ideológico. Muestra irrefutable de que los capitalinos están mirando siempre hacia el futuro y sólo a través de las fotos se dan un momento para encontrarse con el pasado, que han sepultado con su nuevo modo de vida, más acelerado y mecanizado, como un paisaje salido de un sueño.
A través de estas imágenes no sólo nos daremos cuenta de lo que hemos hecho con la ciudad, también son una muestra de lo que la ciudad ha hecho con nosotros. Manteniéndonos junto con ella, en una renovación constante de formas y estilos, tantos que sólo es posible revivirlos gracias a estas máquinas guardianas del tiempo.
Fuentes:
MX City
Hello DF