El peligro que los rinocerontes han enfrentado es una historia de décadas que ha tenido un grave impacto en la población mundial de la especie. A inicios del siglo XX, alrededor de 500 mil rinocerontes habitaban en África y Asia.
Tan sólo para 2016 el número de rinocerontes en el mundo se reducía a 29 mil 500, de los cuales el 70 % se encontraban en Sudáfrica. Mientras que las especies de Asia, los rinocerontes de Java y de Sumatra, aún se encuentran en grave peligro de extinción con una población de 67 y menos de 80 individuos, respectivamente.
La reducción del hábitat natural de los rinocerontes ha contribuido a su extinción, al grado que actualmente la mayoría de los ejemplares sobreviven sólo en el interior de reservas naturales y parques nacionales que se esfuerzan por vigilar sus fronteras para evitar la dolorosa razón por la que la especie ha sido orillada al margen de la desaparición: la caza furtiva.
La caza furtiva de los rinocerontes tiene como principal objetivo conseguir sus cuernos. A diferencia de otros mamíferos, los cuernos en sus cabezas están compuestos de queratina, es decir, de la misma sustancia que compone nuestras uñas y cabello, además contiene grandes cantidades de aminoácidos.
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Un remedio mágico
La tendencia de utilizar el cuerno de los rinocerontes tiene su origen en la medicina tradicional china, como remedio para fiebres, reumatismo, convulsiones y hasta posesiones demoníacas. Si bien China ha firmado acuerdos para detener la caza y comercialización ilegal de los cuernos de rinoceronte, el impacto de esta política para detener la creencia popular ha sido nula. En el caso de Vietnam, en años recientes se ha disparado la tendencia de usar cuernos como remedios para la resaca y como cura para el cáncer.
No obstante, más allá de las aplicaciones “medicinales”, el cuerno de rinoceronte se ha convertido en una señal de estatus y poder adquisitivo. Y es difícil pensar que no lo sería cuando el kilo en 2013 alcanzó los 100 mil dólares —es decir cuesta más que su propio peso en oro— en el mercado negro; precio que se mantiene a la alza, dado que la población de rinocerontes ha disminuido drásticamente y cada vez es más difícil evitar a los grupos de caza furtiva.
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Una guerra en contra de la caza furtiva de rinocerontes
Estas fotografías retratan las consecuencias de la caza furtiva, así como los esfuerzos por detenerla desde la lente de Brent Stirton, fotógrafo sudafricano que se ha dedicado a temas relacionados con el medio ambiente y la conservación de éste, lo cual lo ha hecho acreedor a un gran número de reconocimientos como el World Press Photo y publicaciones en medios como National Geographic, Le Figaro, Le Monde, Newsweek y muchos más.
Asimismo, estas fotos figuraron en la investigación de National Geographic, en la que el jefe de protección afirma que ya no sólo se trata de un esfuerzo de conservación de la especie, sino una lucha contra otras personas:
«Es una guerra. Esa es nuestra frustración. La guerra de rinocerontes es como las drogas. Involucra mucho dinero [en efectivo] y sobornos. Todo el sistema judicial es realmente una frustración. Estamos perdiendo casos. Estamos rodeados de estaciones de policía que nosotros no las reconocemos como tales porque están trabajando con los cazadores».
Los cazadores furtivos cada vez utilizan tecnología más avanzada para encontrar a los rinocerontes, algunos utilizan tranquilizantes para sedarlos y entonces retirar los cuernos; no obstante, llevan armas consigo para defenderse de los anti cazadores, o bien, en muchos casos abaten a los rinocerontes para hacerse de su cuerno. En cualquiera de los dos métodos el resultado suele ser la muerte. Si no lo matan de inicio, al cortar el cuerno dejan a los rinocerontes malheridos al punto que la mayoría se desangran hasta perecer, a menos que sean encontrados y sanados por los grupos de conservación, mismos que a su vez se ven obligados a portar armas para defenderse.
Tan sólo en el 2015, 4 rinocerontes eran matados al día por los cazadores furtivos.
La caza: ¿conservación o masacre?
Sin embargo, el problema del comercio de cuernos y la caza furtiva no sólo depende de unos cuantos cazadores que operan desde la ilegalidad. Las políticas de Sudáfrica, así como los vacíos legales ayudan a que el mercado negro se nutra de cuernos al tiempo que los rinocerontes siguen siendo cazados.
Ese es el caso de Dawue Groenewald, un exoperador de safaris, millonario y hasta hace un año un hombre libre que acumulaba mil 872 cargos contra la ley, entre los que se incluían la matanza ilegal de rinocerontes, descornar rinocerontes ilegalmente, comerciar con sus cuernos, lavado de dinero, entre muchos otros crímenes. Él logró continuar con la matanza de esta especie bajo uno de esos vacíos legales.
Groenewald como otras personas del sector privado, cuenta con miles de hectáreas que ocupan para fomentar la crianza de diversas especies con el fin de que sean cazadas posteriormente por otras personas. Es ahí en donde la situación se torna aciaga, pues entre las diversas investigaciones criminales en contra de Groenewald, se incluía que él engañaba a los visitantes haciéndoles creer que podían cazar algún rinoceronte o leopardos, aunque no tuviera los permisos para hacerlo, al tiempo que cortaba los cuernos de sus rinocerontes y los almacenaba en espera de que se pudieran comerciar dentro y fuera de Sudáfrica, una táctica que otras personas del sector privado realizan, dado que el cuerno puede crecer de nuevo.
Otra forma en la que supo aprovechar los vacíos legales, fue detener el caso criminal tanto de Sudáfrica como Estados Unidos —que pedía su extradición— en su contra, colocando una demanda tachando de anticonstitucional la prohibición del comercio de cuernos a nombre de su vecino Johan Krüger. Esto también trae a colación la falta de moral o consideraciones éticas hacia los animales. Bryan Christy, corresponsal de National Geographic, explica:
«Para Groenewald y muchos otros sudafricanos, no eres un cazador furtivo si matas lo que es tuyo. Esta idea está enraizada en las leyes del país que promueven la ranchería de juego, que hacen que la vida silvestre sea propiedad de cualquiera que pueda construir una cerca. […] “Yo creo que un animal como un rinoceronte debería ser mío. Yo puedo hacer lo que quiera, como cualquier otro animal, como un kudú o un búfalo. Si compro ese animal, me pertenece. Si quieres dispararle al rinoceronte, es mi rinoceronte; está en mi granja. Si yo quiero que tú le dispares, puedes dispararle”». Termina afirmando Groenewald.
La realidad es que el sector privado, que obtiene sus recursos a través de la caza legal, también se ha convertido en uno de los principales medios que han permitido que la población de los rinocerontes blancos y negros de Sudáfrica crezca y se haya convertido en un gran caso de lo que la conservación puede hacer para salvar a una especie.
No obstante, es difícil no preguntarse si el fin justifica los medios, en el sentido de que si la caza de animales recreativa es una práctica ética y si debería seguirse permitiendo, en especial cuando involucra especies en peligro de extinción.
¿Tú qué opinas? ¿Cazarías a una especie en peligro de extinción? ¿Crees que en este caso en particular, la caza recreativa es una actividad válida o debería ser penada?
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