Vivimos en el siglo XXI, un mundo globalizado en el que las ideas surgen cada vez más rápido y se plasman a gran velocidad. El mundo ya no está separado por “pedazos” como cuando los grandes pensadores griegos escribieron sus grandes obras y dijeron sus importantes discursos.
Ahora lo que pensamos lo “escupimos”, quizá sin analizarlo y procesarlo tanto, lo subimos a internet y en seguida recibimos el like o el share tanto de nuestros conocidos como de gente de otra parte del mundo. Los blogs surgen de forma extraordinaria.
Siglos atrás, las cosas eran diferentes. La difusión de las ideas era bastante más lenta que ahora. Sobre todo por que éstas únicamente iban dirigidas a ciertas élites, no todos tenían la fortuna de leer los discursos dados por estos grandes pensadores. Como quien dice coloquialmente, las ideas, no eran para todos. Éstas marcaron una tendencia, una estructura social, una forma de pensar y sobre todo de entender nuestro entorno.
No podemos comprender el universo contemporáneo sin entender las ideas bases que los griegos se encargaron de escribir; que aunque hayan pasado años en salir a la luz, son la parte esencial de toda la filosofía que se escribió años posteriores. Es difícil imaginarnos qué hubiera pasado si estos pensadores no se hubieran tomado el tiempo y la dedicación de reflexionar y reproducir sus ideas.
A continuación, presento los cinco más grandes filósofos griegos, y que son los que más nos han influenciado hasta la actualidad, tanto en temas políticos como sociales.
Platón
Disputa entre la aristocracia (los mejores), -gobiernos de los mejores- y la democracia (gobierno del pueblo). Platón tenía sus dudas sobre si la democracia era la mejor forma de gobierno, ya que consideraba que un pueblo ignorante y con poca educación no estaría en capacidad de tomar las mejores decisiones para favorecer el bien común: “Gobernar un estado democráticamente es como pilotear una nave haciendo votaciones a las personas que están a bordo sepan o no sepan del arte de navegar. La democracia genera diferencia, enfrentamientos continuos y caos social”.
Aristóteles
Las ideas que Aristóteles plasma son propias de un aristócrata, aunque él no lo fuese. Él decía que, los derechos políticos solamente podían adquirirlos los hombres, ya que las mujeres eran consideradas seres inferiores, limitadas de una manera natural: “los hombres están destinados a mandar y las mujeres a obedecer”.
Por otro lado, dentro de los hombres, unos son considerados superiores a otros por una determinación también natural, física e intelectual: los esclavos pertenecen al género de los inferiores, ya que la naturaleza los ha dotado solamente de fuerza pero no de inteligencia.
Finalmente, los poseedores de grandes fortunas, y dentro de éstos los más virtuosos, son los elegidos para dirigir la sociedad (solamente a ellos les pertenece la ciudadanía), puesto que lo son por su condición social, al estar liberados de todo trabajo manual.
Sócrates
“Sólo sé que no se nada”. Frase humorística con la que podemos ubicar rápidamente a Sócrates. Pero no podemos resumir a este filósofo sólo con esta oración. Él va un poco más lejos. Plantea que lo importante, no es el vivir, sino el vivir bien, es decir vivir conforme a las reglas de la rectitud moral y de la justicia. Ésta le da esencia a la idea y el cumplimiento de nuestros deberes para con otros, siendo parte principal de éstos la observancia y la obediencia a las leyes humanas o positivas; también a las leyes no escritas, es decir a la ley natural, anterior y superior a aquellas y raíz de toda justicia. Pero sobre todo el sacrificio absoluto de nosotros y de nuestras cosas a la patria, la sumisión incondicional y perfecta a los magistrados.
Tucídides
Consideraba elemento constante del proceso histórico a la naturaleza humana. Se caracteriza por su aspiración a la libertad. Estos deseos, elevados a un nivel general, se manifiestan en el odio del pueblo sometido hacia su opresor, en la ambición de poder y en la imposición de la ley del más fuerte sobre el débil; de nada sirven las apelaciones a la justicia, ya que por encima de todo se imponen razones de conveniencia y utilidad: en la envidia del éxito.
La inteligencia, rige los destinos de los pueblos y actúa por móviles no sometidos a la moral y la religión, pero eso no implica que todas las decisiones humanas procedan de un razonamiento equilibrado, sino que a veces actúan el apasionamiento, la imprudencia o la precipitación.
Demócrito
El obrar bien para Demócrito está asociado a la voluntad, la cual tiene que estar guiada por la razón, de lo contrario la voluntad tenderá al impulso de los deseos, más asociada a una conducta animal que humana. El bien está íntimamente relacionado no sólo con la práctica, sino con la intencionalidad de actuar correctamente. En la intención lo que cuenta es el deber puro de actuar correctamente y no una retórica vacía o el interés de retribuciones por el bien efectuado. El bien debe ser practicado en todo momento, incluso en los más penosos. El deber tiene que preceder los actos o las acciones morales.
