“Conozco a otro hombre que era bueno con las prostitutas,
siempre tenía 12 perdedores detrás de él.
¡Y también fue crucificado por judíos!”
-William Shatner a Charlie Sheen.
Durante miles de años, distintas mentes han tratado de entender con precisión qué sucedió con el cristianismo; buscan resolver cualquier tipo de incógnita, recuperar información y revelar qué tan ciertos son los hechos narrados en el Antiguo y Nuevo Testamento, pero la pregunta de fondo que tratan de responder es: ¿Jesucristo fue real?
Mientras algunos historiadores afirman que pudo no haber existido, otros aseguran que posiblemente vivió pero que no era como los textos sagrados lo describen. A más de dos milenios de que María lo concibió, seguimos sin respuestas claras.
Imaginemos por un momento que Cristo fue real y que se convirtió en una figura religiosa importante gracias a sus creencias.
Entonces podemos atender otra incógnita: ¿Qué tanto de los hechos de la vida del mesías fueron reales? Según el autor Tom Bissell, no mucho de lo que leemos es cierto, especialmente cuando hablamos de los 12 apóstoles que se encargaron de pregonar la palabra que el hijo de Dios predicó.
Bissell se dio a la tarea de resolver el misterio de los 12 apóstoles, que según la Biblia, fueron personajes importantes en la vida de Jesús, pero en su búsqueda no logró encontrar elementos que aseguraran que dichos hombres existieron. En una entrevista con el periodista Simon Worrall, Bissell cuenta que viajó a España al lugar donde supuestamente Judas Iscariote se suicidó, además de recorrer Kirguistán para hallar los huesos de Mateo, pero no fueron más que recorridos inútiles que no ofrecieron otra respuesta más que una posibilidad muy alta de que este grupo de personas jamás haya vivido.
Bissell hace una observación que ayuda a comprender la posibilidad de interpretar la Biblia como una obra literaria. El autor asegura que en el tiempo en que fue escrita no existía un “impulso periodístico” como para crear crónicas sobre eventos que sucedían en el mundo. En ese entonces era similar la propaganda religiosa a cualquier tipo de ficción, por lo que el texto sagrado puede ser solamente un recuento ficticio de hechos reales; a pesar de que cuenta sucesos que posiblemente fueron ciertos, está lleno de fantasía para motivar la narración, de la misma forma que ocurre con las leyendas.
Es normal que veamos a la Biblia como un libro de lecciones y no como uno que narra los eventos alrededor de la vida de Jesús y el nacimiento de la religión de forma metafórica. Siguiendo tal premisa, podemos preguntarnos cuál sería el papel de los apóstoles dentro de las enseñanzas del texto sagrado.
Antes de responder debemos considerar la sugerencia de Bisell, a pesar de que no hay prueba de que hayan existido los 12 seguidores, es posible que algunas figuras hayan tenido esos nombres, creando así esa mezcla entre fantasía y ficción. El autor se basa en las menciones que hace cada uno del resto en sus testamentos. Pedro, Juan y Santiago son nombres repetidos a lo largo de la Biblia y el último en específico, pudo haber ser hermano de Jesús.
Según el periodista, el papel de los apóstoles como personajes ficticios no es más que “una gran parte de cómo el mundo occidental decidió enseñar los conceptos de comunidad, narración, verdad, amistad y lealtad”. Se refiere a que todos los elementos con que fueron descritos estos hombres y su relación con Jesús dentro de los textos bíblicos apuntan a una lección sobre fraternidad y otros valores deseables dentro del cristianismo.
La historia de Judas Iscariote es una parábola a la traición y las consecuencias de nuestra existencia. De la misma forma, la imagen de los 12 seguidores ayudó a motivar a más personas a predicar la religión. Quizá no fueron reales, pero dentro de la historia motivaban al lector a ser más fiel a Cristo.
Un hecho omitido por Bissell y que muestra un lado hipócrita de la Iglesia Católica es cómo aún se toman por reales hechos que posiblemente jamás existieron. Es decir, miles de personas viven bajo un engaño que en algún punto tuvo una dosis de realidad. Como ejemplo: en el Antiguo Testamento, Moisés salva al pueblo judío de los egipcios dividiendo el mar en dos para poder escapar.
Si tomamos lo anterior de forma literal, podemos imaginar al hombre con poderes sobrenaturales; pero si lo interpretamos como un hecho puramente metafórico, veremos a Moisés enfrentarse a cualquier adversidad para rescatar a su pueblo, sin importar los riesgos. Quizá nadó a través del Mar Rojo o posiblemente lo rodeó en días de marea baja (tal como la ciencia sugiere), pero es ilógico pensar que creó un pasadizo a través del agua.
La búsqueda de Bissell resultó fructífera, pues aunque no encontró rastros de los 12 apóstoles, hoy sabemos que existieron figuras que siguieron a Jesús pero bajo un contexto diferente. Lo cierto es que la mayoría de las observaciones ficticias que cubren a la Biblia de inicio a fin le han servido a los religiosos para aprovecharse de la buena fe de los creyentes y oprimir su pensamiento citando los textos sagrados.
Aunque la fe siga siendo motivo para vivir de acuerdo con los valores de cualquier religión, es imposible acudir a la lógica cuando buscamos la veracidad de los hechos del relato bíblico. Si todo fuera cierto, el pasado estaría lleno de personajes con superpoderes y diálogos casi perfectos. Gracias a deducciones como las de Bissell podemos recordar que los textos sagrados son una mezcla de realidad con ficción, así como las autobiografías de algunos artistas. No buscan engañar, sino crear un discurso didáctico y al mismo tiempo, aportar una belleza más grande a los sucesos históricos. El problema surge cuando creemos que todo es real, entonces no queda más que hundirse en un pozo de falsedad que nos cegará con respecto al mundo real.
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Fuente:
National Geographic