El cine, como expresión artística, sirve como una representación de nuestra realidad, así sea tangible o simplemente llena de ideas. No sólo insertamos sentimientos y conocimiento humano, sino que se tiene que especificar un escenario para desarrollar lo que veremos en pantalla. Si existe un elemento que nos persigue constantemente es la historia y sin ella no tendríamos en donde situar las cintas (incluso las de fantasía).
Es normal que durante una cinta que está adaptada en un periodo en específico, se nos recuerde de forma constante que estamos en esa época mediante la música, la cinematografía, el diseño de producción, pero principalmente por referencias a hechos populares que todos conocen como parte de la historia, ya que inmediatamente nos sitúa mediante un pedazo de información. Ya sea por un diálogo apropiadamente escrito o un elemento visual que nos remonte al periodo que se desea ubicar.
La película “I’m Not There”, biografía fantasiosa de la vida de Bob Dylan, abarca casi 40 años de historia. Utiliza diferentes elementos visuales y cinematográficos para contar una historia de manera fluida y entendible. Mientras hace referencia al asesinato de Kennedy, las marchas por los derechos civiles y el crecimiento de la música folk para contar la historia del Dylan “protestante”, usa elementos más sutiles pero claros para posicionarnos dentro de la parte que se centra a su vida personal.
La forma en la que logra contarnos esa historia es mediante la guerra de Vietnam, y hace una metáfora sobre cómo, tanto ese conflicto como su relación con su esposa, duraron la misma cantidad de tiempo. Lo interesante es que se intercalan las historias de ambos Dylan, por lo que se utilizan distintos elementos de los mismos años para que parezcan independientes y nos den una perspectiva más amplia.
Pero entre todo el mar de referencias que significa la película, hay un elemento que aparece mezclando dos elementos. El interés de la guerra de Vietnam con las protestas de inicios de los 60 por los derechos civiles y diferentes problemáticas alrededor del mundo se reduce a una solo momento: el monje que se quemó vivo en forma de protesta. La imagen es reconocida y nos remota inmediatamente a una idea y un hecho, pero no todos saben lo que sucedió aquel día en la ciudad de Ho-Chi-Minh, ahora Saigón.
Thích Quảng Đức fue el nombre de aquel monje. Quàng realizó el acto de inmolación como forma de protesta en contra de la persecución de los creyentes budistas por el gobierno del Vietnam del Sur. A principios de los sesenta esa región era gobernada por Ngo Dinh Diem, quien creía en la fe católica, por lo que quiso abolir las prácticas budistas. Estos últimos optaron por protestar pacíficamente en las calles, pero a pesar de la calma, eran reprimidos de forma brutal, por lo que poco se podía hacer para atraer atención a la problemática.
La guerra de Vietnam dio inicio oficialmente en 1955, pero no fue sino hasta los 60 que la población norteamericana se puso al tanto de la situación en el país asiático y esto impulsó a que también crecieran las protestas en ese territorio. El acto de inmolación por parte de Quàng sólo fue una de tantas noticias que hicieron que el mundo pusiera atención a ese territorio.
Se dice que mientras Quàng moría quemado no soltó ni un solo quejido, a diferencia de sus compañeros, que entre cientos a su alrededor lamentaban su acción. El impacto fue tan grande, que la presión internacional en contra del presidente Dinh aumentó hasta que lo llevó a anunciar reformas para compensar a los budistas pero jamás fueron implementadas, lo que empeoró la disputa. Como respuesta otros monjes comenzaron a inmolarse en honor a Quàng.
“Antes de cerrar mis ojos y moverme en dirección a la visión de Buda, con respeto le ruego al Presidente Ngo Dinh Diem que se tome un momento de compasión para las personas de la nación y que implemente igualdad religiosa para mantener la fortaleza de nuestro hogar natal eternamente. Hago un llamado a los venerables, reverendos, miembros del sangha y los budistas para que se organicen con solidaridad para hacer sacrificios de proteger el budismo.”
Ésas fueron sus últimas palabras antes de que lo rociaran con gasolina y su túnica quedara hecha cenizas. Un hecho que aún es inexplicable, es que cuando fue cremado durante su funeral, su corazón se mantuvo intacto y no se quemó. Esto fue considerado sagrado y se guardó en Xá Lo Pagoda. La reliquia es considerada un símbolo de compasión. A los pocos días, el presidente Dinh fue asesinado durante un ataque de Estados Unidos, lo que puso fin a su alianza. Éste fue el hecho que marcó el inicio del involucramiento de la nación americana en el enfrentamiento entre el norte y sur de Vietnam.
En Estados Unidos la conmoción fue tan grande que algunos individuos también se inmolaron en forma de protesta en contra de la guerra de Vietnam. El sentimiento antigobierno fue aumentando hasta llegar a la época hippie, cuando la conscientización sobre la guerra y sus horribles consecuencias eran un asunto de importancia para la juventud.
El acto de Quàng podría ser considerado el momento que nos mostró el horror que estaba por acercarse junto con la guerra, así como una de las primeras veces que un problema llegó a causar tanto revuelo internacional que todo el mundo miraba con ojos de juicio a Vietnam del Sur.
Quizás el monje no cambió todo inmediatamente y tuvo que pasar un largo periodo antes de que todo el dolor desapareciera, no obstante, se entregó directamente a algo en lo que creía, en la paz. Después de todo, se incendió con el propósito de defender un concepto más grande que él y sus compañeros budistas.