En un aura de misterio y oscuridad, Milla Jovovich aparece en la pantalla asegurando que todo lo presentado en esa película, “The Fourth Kind”, es absolutamente verdadero. Frente a esto, la gente se ha sumido en el terror –no por la película, claro está– de un sitio que parece ser el predilecto para abducir personas, pero se posiciona, a la par, con esa posibilidad de Universal Studios por conseguir publicidad a partir de aseveraciones falsas.
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La película se muestra como una mezcla documental y ficción, con imágenes de archivo y estudio de casos reales, valiéndose de supuestos testimonios, noticias y publicaciones que dan soporte a la película, para exponer un clásico misterio sin resolver. De hecho, los detractores de esta película y del caso en general han intentado demostrar que la Dra. Abigail Tyler, principal personaje en la historia de investigación, no existe.
El caso es el siguiente: en un poblado de Alaska, llamado Nome, un número desproporcionado de su población desaparece cada año; a pesar de las incontables investigaciones del FBI en dicha región, la verdad detrás de estos hechos no se ha podido esclarecer y el misterio crece cada vez más. Sobre todo para quienes no vivimos o tenemos relación alguna con ese lugar.
La representación o reproducción de entrevistas, así como el manejo del tema, ha enfurecido a los familiares de los desparecidos e incluso se ha acusado a la producción de insensible, trivial y de hacer uso excesivo de parafernalia. En esta historia de enigmas se ha retomado el concepto de un científico llamado Allen Hynek para categorizar distintos tipos de participación con lo alienígena y dar una respuesta definitiva a un suceso extraño. Una apuesta peligrosa a todas luces.
En 2004, cuando el director de cine Olatunde Osunsanmi conoció a un psicólogo que había trabajado con pacientes a lo largo del Mar de Bering, fue que inició este intento por desenmascarar una verdad que pocos se habían atrevido a decir, usando el poder de la pantalla grande. Este experto de la mente humana estudiaba en aquel entonces el comportamiento de personas insomnes, el cual sugería la existencia y contacto con seres de otros planetas.
Esto fue razón suficiente para cruzar los mencionados estudios con el otro hecho contundente en Nome; Osunsanmi llevó a esta comunidad al terror fílmico y propagó alrededor del mundo su teoría de rapto interplanetario, guiando a la localidad misma hacia un pánico colectivo que por fin podía dar solución a las intrigas que le atormentaban.
Durante todo el filme se mantiene esa tensión y esa sospecha por descubrir qué ser extraterrestre está intentando abrirse paso entre nosotros; pero en la vida real, los cuerpos de indagación y del gobierno se han encargado de desmentir todo caso de abducción alienígena, justificando dichas desapariciones en el alcohol la mayoría de las veces, como si se tratara de un pueblo en extremo adicto.
El discurso oficial del gobierno y el FBI apunta a crímenes raciales, descuidos y situaciones similares; pero la verdad no deja de estar allí y de ser ciertas las suposiciones del estado norteamericano, entonces estaríamos hablando sobre una de las civilizaciones con menos cultura y mayor adicción en el continente. Las desapariciones no han sido un mito si es que se acepta el hecho de que “The Fourth Kind” es netamente un análisis ficticio, y un sector del poblado se ha dejado llevar por la costumbre y la apatía ante un problema serio, mientras otros creen ahora fervientemente en las posibilidades de lo extraño.
Esto último, de hecho, hace más grave la situación de haber filmado una cinta como la de Osunsanmi, pues querría decir así que Universal ha provocado equivocadas creencias entre los habitantes de Nome y guiado el pensamiento paranoico de familias enteras. Por otro lado, la urgencia de ciertos políticos o figuras públicas por negar esos supuestos también es sospechosa; claro, porque les hace una mala fama como destino turístico o comercial, pero ¿no es ya suficiente deterioro reconocerse como un espacio de extrema inseguridad, aunque no sea por motivos ajenos a lo humano?
¿Por qué en ambos territorios se prefiere callar? Pareciera que para los pobladores de Nome es más fácil negar el detrás de sus desaparecidos, aunque aceptar la abducción podría ser tan riesgoso como aceptar que Santa Claus vive en el Polo Norte.
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