Texto extracto del artículo “Sexualidad en la diosa U’ Ixik Kab, la Mujer Lunar” de Jazmín Avalos
El cuerpo lo toma todo. El territorio de lo determinado linda con
la piel. Desaparezco en mi futuro pasado. Moriré borrado en una
multitud de conexiones.
Aleš Šteger, El libro de las cosas y los cuerpos.
¿Qué es la sexualidad? Es la pregunta que aún nos hacen en la prepa para posteriormente enseñarnos a colocarle un condón a una banana putrefacta; pero es también la pregunta que abre la pauta para investigar sobre la sensualidad y el sexo en las culturas antiguas, específicamente los mayas. Toda cosmovisión está profundamente unida a la sexualidad, una forma de relacionarse contigo mismo, con la sociedad y el entorno natural; el pensamiento del siglo XX que presumió el disparo de evolución, en realidad ha hecho involucionar la relación que tenemos con nuestra sexualidad, con la imposición de la doctrina cristiana y católica.
La cosmovisión maya por otro lado se basó en un constante ejercicio del conocimiento de su medio ambiente; la disciplina astronómica les hizo desarrollar el concepto de un dios único que se divide en una pareja suprema: Dios Padre y Diosa Madre, que corresponden a su naturaleza dios Sol y diosa Luna. Ubicaron como el principio de creación de vida a lo femenino, que es la luna, en interacción con el Sol, y ambos relacionados de manera muy cercana en el anécumeno -el mundo de los seres sobrenaturales- y el ecúmeno -el mundo de las criaturas naturales.
El especialista en religiones comparadas, Theodore M. Ludwig, señala que “casi toda la experiencia humana es vista como arena de la manifestación sagrada: cielo, tierra, montañas, caza y siembra, sexualidad, parto, comida, mando y otros así. Los seres humanos experimentan estas manifestaciones divinas en formas concretas, convincentes. Las diosas y dioses así revelados son percibidos con poder, voluntad y personalidad”.
Es decir, este nudo de relaciones divinas es la proyección del mundo natural humano, en seres que, aunque cíclicos, son permanentes y esto incluye la sexualidad; un modo de andar, de relacionarse. Los dioses transmiten el conocimiento sobre las funciones primordiales de cuerpo y espíritu.
El lugar en la cosmología de la diosa U’ Ixik Kab -la señora de la luna-, es traducido en el almanaque dedicado a la Mujer Lunar en el Códice Dresde como “la esposa de” y contraparte complementaria del dios del viento y las flores. En él se trata de definirla a partir de la visión católica del matrimonio y hacerla encajar en un imaginario ajeno, lo cual contamina su esencia, basada en una clase diferente de empatía que la que inculcan las religiones monoteístas.
Una en la que la sensibilidad con el otro comienza desde el mismo cuerpo, desde conocer cómo funciona, de qué está compuesto y las diversas sensaciones que experimenta a través de los sentidos. Una actitud mental que seduce para empatar, conocer, respetar y comunicar a través del diálogo, mentes que se interesan por otras; relaciones sensuales espirituales que en ocasiones derivan en sexo visto como un acto espiritual y natural que sirve para liberar el organismo que de otra forma se siente reprimido y como respuesta se vuelve obsesivo.
Los mayas educados por la Diosa U’ Ixik Kab, sabían que la empatía necesaria para una comunidad pacífica se ganaba en base a la entrega sensual con el otro; el sexo era un intercambio de fuerza, inteligencia y sensualidad, rituales para la creación de la vida física y espiritual, analogía divina de la civilización maya. Lo que quiere decir que la diosa, puede interpretarse como “esposa de” cada uno de los dioses representativos de elementos naturales y animales, pues todos forman parte de un ciclo de vida y muerte, de la necesaria cooperación para que la vida se regenere.
Cada acercamiento de la Diosa Lunar con otros dioses, representa los conocimientos sobre la naturaleza y los humanos que obtienen los mayas de su entorno. Actividades y relaciones recíprocas que engloban el respeto, la confianza, la capacidad de relacionarse íntimamente con diversos estados naturales y de conciencia humana que ayudan a mantener un equilibrio espiritual entre todos.
Algunos involucrados en estudios superiores, creen que la forma antigua de relacionarse con la vida es una tarea imposible en esta era tecnológica, pero esa idea demuestra falta de destreza mental para combinar valores humanos esenciales con el desarrollo en sus técnicas de servicios y construcción. Así como la ignorancia de la cultura maya, pues si bien crearon un sistema complejo de relaciones personales y sociales, a la par trabajaron sobre la importancia de cultivar el pensamiento, mostrando que existe la posibilidad de rescatar esencias de equilibrio aún con la presencia de la tecnología.
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