Los colectivos de artistas o escritores surgen de la necesitad de crear obras en conjunto que transmitan ideas revolucionarias de acuerdo al contexto social en el que se encuentren. La Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios se fundó en 1933, entre los creadores estuvieron: Leopoldo Méndez, Pablo O’Higgins, Juan de la Cabada y Luis Arenal. Tuvieron presencia activa también Ermilo Abreu Gómez, Julio Castellanos, Alfredo Zalce, Fernando Gamboa, los hermanos Revueltas, Julio Castellanos, Ángel Bracho, Aurora Guevara, Rufino Tamayo, Chávez Morado, Gabriel Fernández Ledesma, entre muchos otros artistas. Los primeros presidentes de la LEAR fueron Juan de la Cabada, Silvestre Revueltas y José Mancisidor.
Desde sus inicios tuvo proyección de alcance internacional, pues su propósito principal era contribuir con los medios del arte a la unidad de la clase obrera, y luchar contra el imperialismo, el fascismo, el nazismo y la guerra que atormentaban de forma global a la población, con las dictaduras de Hitler y Mussolini en Alemania e Italia respectivamente, así como la guerra civil que azotaba a España con Francisco Franco; otras luchas eran por la equidad de género, los derechos animales, la libertad sexual, etc.
La mayoría de los integrantes eran militantes del Partido Comunista de México, muchos lo fueron hasta el último día de sus vidas, otros lo abandonaron ya que estaban convencidos de que al comunismo no se llegaría mediante rígidos adoctrinamientos, sino haciéndolo de una forma natural. Algunos tenían una marcada tendencia de izquierda —moderada, radical e incluso ultra-radical— lo que claramente se vio reflejado en la propaganda política y las diversas obras plásticas. “(…) el peso de quienes provenían de la izquierda marxista era decisivo y muchos escritores y pintores de reconocida militancia comunista internacional como Rafael Alberti o Pablo Neruda y Nicolás Guillén; estos tuvieron relación e influencia en y con esta notable agrupación de artistas revolucionarios”.
Encontramos el trabajo artístico en panfletos, murales, gráficas y grabados que realizaban e ilustraban los mismos artistas, lo cual llegó a países como Japón, Italia, Alemania, Estados Unidos, etc., donde se les reconoció de forma amplia. La parte estética del trabajo era tan importante como el mensaje que se quería comunicar, pues quienes participaban tenían ya una trayectoria como artistas independientes y la liga fue una plataforma para conjuntar la obra de grabadores, pintores, litógrafos, fotógrafos, filósofos y poetas.
Pablo O’Higgins constantemente comentaba “Un folleto de propaganda política mal ilustrado sería objeto de crueles burlas para todo el mundo”, pues el trabajo debía ser serio y bien ejecutado, además, la imagen y/o el texto debía ser claro y conciso para que la idea pudiese ser entendida por la población de todos los sectores sociales, en especial aquellos que no tenían acceso a la educación o que tenían pocos estudios.
La Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios tuvo como medios de difusión La Hoja Popular y Frente a Frente, al mismo tiempo que periódicos y revistas como El Nacional, Novedades y Siempre!, dieron cobertura a sus manifestaciones y obras artísticas. También fue promotora del activismo político y la creación artística conjunta, pero no fue la única, pues muchas de estas ideas revolucionarias venían de la entonces Unión Soviética, y en México tuvieron un amplio campo de acción. Tiempo después, entre 1937 y 1938, se fundó el Taller de Gráfica Popular.
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