Son miles las historias de artistas cuyas carreras se han visto frustradas por un pequeño e inevitable detalle: son mujeres. Bajo esta idea, Sylvia Milo presenta en su libro The other Mozart, la historia de la virtuosísima Maria Anna Mozart, la hermana mayor de Wolfgang Amadeus Mozart, quien se vio orillada a dejar su pasión por cumplir con sus obligaciones.
Todos conocemos la admirable carrera de Wolfgang Amadeus Mozart, quien desde temprana edad se destacó por ser un niño prodigio que revolucionó la música clásica con sus variadas y hermosas sinfonías. Lo que no se sabe es el lado oculto de su familia, pues no contaba con un pequeño genio, sino con dos.
Maria Anna Mozart, la hermana mayor del prodigioso compositor, comenzó a estudiar piano al lado de su padre, el compositor Leopold Mozart a la edad de ocho años, mientras que el pequeño Wolfgang, de tres años en ese entonces, los observaba con gran admiración.
Leopold se sentía profundamente sorprendido por el talento de su hija, lo que se puede observar en una carta que escribió en 1764: «Mi niña toca las partituras más difíciles que tenemos… con increíble precisión y de manera excelente». «Mi pequeña, con tan sólo 12 años, es uno de los músicos más hábiles de Europa». Incluso, el mismo Wolfgang en sus años de mayor reconocimiento, llegó a aceptar el temor de no llegar a ser tan buen compositor como su hermana, quien llegó a recibir críticas muy favorables a lo largo y ancho del continente europeo.
A pesar de toda esa evidencia de su talento, Maria Anna se vio forzada a renunciar a su pasión para ayudar a su familia en una terrible crisis económica que atravesaba. La única esperanza que tenían era que Maria Anna se casara con un buen partido y así renunciar a su gira, porque además de la complicación económica, las mujeres que ganaban dinero de la música eran vistas como prostitutas, a diferencia de los hombres, tal como lo asegura Milo. Fue así como esta gran compositora desapareció de la historia de la música, y su hermano se llevó todos los aplausos ante la nobleza.
Desde el barroco hasta el mundo contemporáneo, muchas mujeres han sido olvidadas o minimizadas por el trabajo de sus contemporáneos; sin embargo, una visión más amplia a las obras que realizaron, nos permite percatarnos de que tanto mujeres como hombres realizaban un trabajo excepcional, y a pesar de esto, ellas no son reconocidas en la misma proporción que ellos. Muchas de ellas tuvieron que enfrentar difíciles obstáculos para poder realizar sus obras y ambiciones artísticas, y algunas otras como Maria Anna fueron olvidadas de la historia, en manos de las absurdas restricciones e imposiciones sociales que encarcelan al sexo débil.