Vaporosos, suave delicadeza que se envuelve en tul. El tutú va mucho más allá de una pieza de vestuario, portarlo es un símbolo de reconocimiento y una recompensa por el esfuerzo diario de la bailarina. Todas, a corta edad, sueñan con portar un tutú, pero el hacerlo significa que la bailarina cuenta con la técnica necesaria para lucir el trabajo de pies y piernas veloces, delicadas y largas.
Todos los bailarines saben que la mala confección de un vestuario puede dañar su confianza al moverse por el escenario. Por esto, la correcta confección de un tutú profesional es de suma importancia para las bailarinas, pues deben proporcionar no sólo un placer visual para la audiencia… deben proyectar la personalidad del personaje y, al mismo tiempo, ofrecen seguridad a quienes lo portan.
La definición clásica del tutú es “una falda de tejido vaporoso y transparente usada por las bailarinas de ballet”, el término se relaciona con los trajes que ocupaban las bailarinas desde el siglo XIX, cuando los temas expuestos en el ballet comenzaron a incorporar elementos etéreos, fantásticos y románticos; como sílfides, hadas, ondinas y espíritus.
Antes de que existiera el tutú como lo conocemos ahora, el ballet originado como un espectáculo de la corte, utilizaba el vestuario casual hasta 1730 cuando la bailarina profesional Marie Camargo decidiera acortar su falda por encima de los tobillos para que el público pudiera apreciar sus pies.
El vestido se aligera acomodándose a la moda femenina de la revolución Francesa, lo que trajo consigo el inicio de los fondos vaporosos y transparentes, simplificando los adornos y las siluetas. Durante este periodo los zapatos planos comenzarían a usarse, lo que cambió radicalmente el calzado para la danza y con éste, la introducción de las medias de color al mundo de la moda y la danza.
El romanticismo es la época dorada para el ballet y es cuando el término de tutú hace su aparición en escena. Con el estreno de La Sífide, en 1832, se estableció la estética popular de la bailarina y su vestimenta. El tutú romántico sería una falda acampanada, vaporosa, generalmente hecha de tul, muselina o sedas semitransparentes cuya longitud abarcara hasta media pantorrilla.
Pronto las casas de moda comenzaron a idealizar el “vestido sílfide” como lo hacían con las bailarinas, quienes con su tez pálida y movimientos ligeros marcaban el ideal femenino; este estilo marcó una influencia en los bailes de sociedad. Fue entre 1841 y 1845, con el estreno de los ballets de Giselle y Pas de Quatre, que el tutú romántico y el corpiño ceñido se convirtieron oficialmente en el uniforme de las bailarinas. Estos trajes se usaron tanto en escena como fuera de ella: en clases y ensayos.
La evolución de este traje disminuyó durante el siglo XIX; en Italia, la falda se acortó hasta llegar justo por debajo de la rodilla; sin embargo, fue en Rusia donde resurgiría el interés por los trajes teatrales para la danza y la renovación del tutú en los Ballets de la Corte Imperial Rusa, ahí la falda subió aún más para poder apreciar los movimientos de toda la pierna de la bailarina y se incluyeron varillas para crear un efecto de rigidez que dejará fuera distracciones a la vista de los espectadores, así se fue como se desarrolló el tutú de plato, así, las varillas permitieron que los diseños del tutú fueran más complejos al poder utilizar telas más pesadas, con patrones y piedras incrustadas.
El bordado siempre tuvo una gran importancia para los rusos, destaca los diseños intricados con texturas,bordados finos, amplios y ásperos en el mismo patrón, así como detalles muy al estilo rococó. Ya en el siglo XX una modista destacó en esta rama, incluso llegó a tener su propia línea de sombreros y vestidos antiguos que confeccionó de manera similar a la que hacía sus tutús: Karinska.
Su fama creció de teatro en teatro, hasta que un día recibió una comisión de parte de los Ballets Russes de Monte Carlo para confeccionar los trajes del ballet Cotillón, el coreógrafo era George Balanchine. Sus diseños le permitieron abrir tiendas similares en Londres y posteriormente, en 1940, en Nueva York, donde Balanchine conformó la American Ballet School y pidió a Karinsa que vistiera a sus ballets.
Balanchine, en conjunto con la modista Karinska, desarrolló el concepto moderno de tutú, al cual definieron como “un soplo de polvo”, el tutú favorito de Mr. B fue el tutú de crepe largo, fabricado con múltiples capas de tul sin atar; el traje proporcionaba movilidad y la ligereza de sus telas tenía un efecto flotante retardado, cuando los bailarines corrían o saltaban, se elevaba a la altura de la cintura y caía lentamente, lo que permitía ver las piernas de las bailarinas.
Karinska decidió mantener dicho efecto pero en faldas más cortas, así unió seis o siete capas de tul superpuestas; cada una más larga por media pulgada que la precedente y finalmente unidas con tachuelas, lo que lo mantenía unido y con un efecto vaporoso pero con forma. Fue este tutú el que se convirtió en un símbolo del ballet en la cultura popular y la prenda que adoptó la industria de la moda para usarse de forma cotidiana. Karinska realizó el vestuario para los setenta y cinco Ballets de Balanchine, con los cuales se convirtió en el padre del ballet moderno y formó la Escuela de Ballet Americana. Por cierto, una de las compañías más grandes es New York City Ballet.
¡DIY! a continuación te presentamos un pequeño tutorial de cómo armar un sencillo tutú de ensayo o informal, de forma sencilla y sin coser. Necesitas el siguiente material:
Tul, aproximadamente de 1.50 metros de ancho (para un largo medio); listón ancho, lo suficientemente largo para que pueda dar la vuelta a tu cintura y ajustarse con un moño; tijeras, cinta métrica, alfileres.
1. Extiende la tela sobre una superficie plana y córtala en tiras verticales (un aproximado de 15 centímetros). Marca el ancho de las tiras con alfileres para logra un corte más preciso. Repite el proceso hasta tener una buena cantidad de tiras.
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2. Cada tira la doblarás por el centro creando un ojal.
3. Coloca el listón por encima y pasa los extremos de la tela por el ojal envolviendo el listón, ajusta con un nudo.
4. Continua este proceso con todas las tiras de tul hasta que llenes el largo del listón. Deja libres los extremos para poder anudarlo a tu cintura.
5. Para poder ajustar las tiras de tul en posición, ata dos nudos con el mismo listón en los extremos, justo donde quieres que se fije el tul, recuerda dejar lo suficiente para poder atarlo a tu cintura.
En este punto ya tienes tu tutú armado, lo que puedes hacer ahora es repetir el proceso para generar varias capas. si es así, tendrás que coser los listones y hacer un terminado con una tira ancha de tela a la altura de la cintura. Esto ayudará a mantener unidas las capas y darle un terminado más profesional, como se muestra a continuación.
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