Desafortunadamente, es cada vez más normal que madres solteras se las tengan que arreglar para sacar a sus hijos y su familia adelante, sacrificando sueños, energía y hasta su propia salud en el proceso. La mayoría del tiempo ignoramos esta realidad. Sin embargo, la historia real de Stephanie Land es una excepción, pues el pasado de la escritora llegó al catálogo de Netflix el primero de octubre bajo el título de Las cosas por limpiar, y desde entonces la miniserie se ha convertido poco a poco en lo más visto de la plataforma.
Fue la misma escritora quien decidió llevar su libro Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive al streaming y la producción estuvo a cargo de Margot Robbie y John Wells.
Las cosas por limpiar
La historia de superación que se muestra en Netflix trata sobre una madre soltera llamada Alex que trata de sacar adelante a su hija sin el apoyo de nadie, pues está sola después de abandonar a su pareja abusiva y a su madre que sufría de trastorno bipolar. Ante esta nueva situación, Alex deberá conseguir un trabajo lo antes posible, poniendo en pausa indefinida sus ganas de ser escritora, así que decide trabajar como mucama de familias adineradas.
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La verdadera historia de Stephanie Land
En la vida real, Stephanie Land quedó sin apoyo para mantener a su hija después de que su relación de cuatro meses resultó fallida. Al mismo tiempo, tuvo que alejarse de su padre ya que se tornó en un hombre violento, y ya completamente por su cuenta encontró trabajo como mucama cobrando tan solo 9 dólares la hora.
Además del salario miserable, las condiciones en las que trabajaba eran precarias: no tenía derecho a vacaciones ni recibía pagos en caso de que se lastimara en el oficio. Aunado a esto, la situación en casa no era nada mejor. Stephanie Land y su hija tenían que cambiar de hospedaje constantemente. De hecho, en uno de los lugares ambas enfermaron de gravedad por el moho que crecía en su hogar.
Igualmente intentó recibir ayuda del gobierno a través de sus programas de apoyo federales, pero esta opción tampoco rindió muchos frutos. Al final, si Stephanie Land logró salir del lugar donde estaba, fue por su propio esfuerzo y sacrificio, y afortunadamente valió la pena.
Un final feliz para Stephanie
A pesar del trabajo desgastante y las condiciones lamentables a las que Land se enfrentaba, ella nunca perdió su pasión por escribir, y fue así como logró ganar una beca en la Universidad de Montana para estudiar escritura creativa.
Fue una etapa dura, a lo largo de sus estudios ella siguió trabajando como empleada doméstica. Incluso se embarazó de un segundo hijo en su último semestre de la universidad. De repente, los gastos estaban a punto de aumentar.
Aun así, después de titularse en 2014 Stephanie se convirtió en escritora independiente, dejando de lado su trabajo de limpieza. Fue una decisión complicada, pues nada le aseguraba que tendría éxito. Empezó como becaria en el Centro para el Cambio de la Comunidad, ubicado en Washington, DC. Y tuvo su primer gran progreso con un ensayo en Vox donde habló de los analgésicos que encontró mientras limpiaba las grandes mansiones de la gente adinerada.
Este escrito se volvió viral, publicándose también en The New York Times y The Washington Post. Aunque ese momento de fama no significó que todo estaba resuelto, sí abrió la puerta a que obtuviera más remuneración económica, algo que desesperadamente necesitaba para pagar todas las deudas que tenía.
El éxito de Maid
Después de un camino duro que recorrió prácticamente sola, Stephanie alcanzó su mayor éxito en 2019 cuando publicó Maid. Rápidamente se convirtió en uno de los más vendidos del The New York Times, además de recibir elogios de grandes figuras como Neil Gaiman.
En él, Land habla sobre sus años como mucama, sobre pobreza y sobre lo difícil que es recibir apoyo gubernamental en Estados Unidos. Retrata una realidad cruda que muchos ciudadanos viven, y aunque ha recibido fuertes críticas, la mayoría opina que es un libro sumamente importante en estos tiempos, con el cual la gente se puede identificar.
Hoy en día Stephanie sigue escribiendo, pero ahora desde un lugar mucho más seguro y sin tantas preocupaciones como en un principio: vive en Missoula, Montana junto a su esposo Tim Faust, sus cuatro hijos y sus dos perros. Aunque su vida ya se convirtió en lo que siempre quiso, el pasado que sufrió no se olvida, y sigue siendo inspiración para todo aquel que se encuentre en la misma situación.
*Con imágenes de: Netflix y Daily Mail