Un dicho popular reza que “todos los caminos llevan a Roma”. Proviene de la época del Imperio, cuando se construyeron 400 vías que comunicaban el centro de la metrópolis con las provincias. Pero la verdad es que hay muchos más caminos y varios de ellos conducen a otro lugar de Europa. El noroeste de España resguarda tesoros culturales e históricos. Muchos turistas pasan a diario por la Alameda de Santiago de Compostela y se preguntan quiénes son las dos mujeres de la escultura que preside la entrada y en la que tanta gente se saca fotos en poses graciosas. Los niños pasan en bici a su alrededor y se cuelgan de ellas.
Las Dos Marías, o como las llamaban comúnmente los habitantes de Santiago de Compostela: las Dos en Punto, eran dos hermanas que salían a pasear cada día a las dos de la tarde por el centro de la ciudad. Quienes las conocieron en esa etapa de su vida las verían como simples personajes extravagantes, pintorescos que incluso rozaban con la locura. Para muchos, en cambio, eran y serán un símbolo de rebeldía y libertad.
La historia no comienza en la anécdota. O mucho antes. Coralia y Maruxa Fandiño nacieron en el seno de una familia obrera de once hermanos, tres de ellos vinculados activamente con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), una unión confederal de sindicatos autónomos de ideología anarcosindicalista ilegalizada por Franco en 1939 bajo el amparo de la Ley de Responsabilidades Políticas. Tras el estallido de la Guerra Civil, el bando franquista asesinó a uno de los hermanos mientras que dos de ellos consiguieron escapar. A partir de este punto, y teniendo las dos hermanas apenas 20 años, el Ejército fascista comenzó a utilizar a la familia para dar con el paradero de los hermanos desaparecidos.
Los soldados entraban en su casa a cualquier hora del día o de la noche, la desmantelaban y destrozaban y a ellas las desnudaban, torturaban y violaban. Cuentan algunos testimonios recogidos en el documental Coralia e Maruxa: as irmás Fandiño, de Xosé Henrique Rivadulla Corcón, que las hacían subir desnudas en plena noche hasta el monte Pedroso en Santiago, entre gritos y humillaciones. Esta pesadilla se prolongó desde el inicio de la guerra hasta mediados de los años 40, hasta que los dos hermanos fugados fueron encontrados y arrestados, con lo que cesó la presión sobre las Fandiño.
Después de estos hechos, las hermanas no pudieron continuar llevando una vida normal. Eran costureras y la gente dejó de llevarles encargos por su relación con la CNT. Vivieron en miseria y algunos vecinos las ayudaron de forma clandestina dejando sobres con dinero en algunas tiendas donde ellas compraban. Quienes las conocían sabían que su orgullo no les permitía aceptar limosnas. A principios de los años 60 un temporal arrasó con el tejado de su casa y los vecinos reunieron en una colecta 250 mil pesetas (en la época era dinero suficiente como para comprar un piso).
Eran rebeldes por naturaleza y tenían una actitud atrevida ante la vida. Se paseaban por la Alameda, siempre juntas, vestidas con colores llamativos y en actitud coqueta. Saludaban y piropeaban a los estudiantes que bajaban de las universidades hacia sus casas, generaban curiosidad y burlas, pero también reflexión. Quizá fue duro admitirlo para algunos, pero en una época tan represiva, las Dos en Punto (As Dúas, en gallego) fueron un extraño signo de la libertad para los más jóvenes, quienes las veían como un referente de actitud para la vida y ante situaciones terribles y adversas. Un verdadero acto pacífico y contestario al mismo tiempo.
En 1980 murió Maruxa, la mayor de las dos, la más bajita y descarada. Coralia se vio en la obligación de mudarse a A Coruña con otra de sus hermanas. Nunca llegó a adaptarse al ritmo acelerado de la ciudad y murió unos meses después, preguntando por dónde podía volver a Santiago. El escultor vasco César Lombera rindió un homenaje a estas figuras excluidas de la historia y en 1994 convenció al Ayuntamiento de instalar una escultura en su memoria, a menudo vandalizada o intervenida por espontáneos.
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Alrededor del mundo hay obras de arte que tocan nervios delicados para la sociedad. El arte no siempre es inofensivo y cómodo para las personas.