Karol Józef Wojtyła, o como el mundo mejor lo conocería, Juan Pablo II, dejó al mundo una serie de enseñanzas y frases que marcarían su legado, y que hasta la fecha siguen teniendo una gran influencia para la sociedad. Su pontificado fue catalogado como uno de los más largos de la historia, ya que estuvo al frente de la iglesia católica por casi 27 años, desde el 16 de octubre de 1978, cuando asumió el cargo como Papa, y hasta el 2 de abril de 2005, cuando falleció.
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A 13 años de su muerte, las frases de amor y sacrificio de Juan Pablo II, merecen ser recordadas, ya que sus enseñanzas nos muestran el gran amor y devoción que siempre profesó a lo largo de toda su vida, demostrando que la fuerza y la bondad siempre lograrán vencer a cualquier mal que se presente en nuestras vidas.
La peor prisión es un corazón cerrado
El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa de él vivamente. El amor se siente, no se ve; el amor silencioso es el más fuerte de todos
La auténtica religión no apoya el terrorismo y la violencia, sino que busca promover de toda forma posible la unidad y la paz de la familia humana
La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del perdón
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El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu
El amor verdadero es exigente. Su belleza está precisamente en su exigencia. Sólo quien, en nombre del amor, sabe ser exigente consigo mismo, puede exigir amor a los demás
No debe buscarse ninguna recompensa mayor que el amor mismo
Amar es lo contrario de utilizar
Amar es esencialmente entregarse a los demás
Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la arrogancia del orgulloso
La Iglesia es el corazón de la humanidad
En realidad, todas las cosas, todos los acontecimientos, para quien sabe leerlos con profundidad, encierran un mensaje que, en definitiva, remite a Dios.
Debemos perdonar siempre, recordando que nosotros mismos hemos necesitado el perdón. Tenemos necesidad de ser perdonados mucho más a menudo que de perdonar
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