*Este artículo fue publicado originalmente el 8 de diciembre de 2015 y actualizado por Cultura Colectiva
El 25 de marzo de 1930, un nuevo maniquí presumió el mejor diseño de vestido de novia de “La Popular”, un local que se perfilaba como la tienda más famosa de vestidos para novia en Chihuahua y donde surgió la leyenda de La Pascualita.
Los detalles realistas y la enigmática belleza de la mujer cautivaron a todo aquel que pasaba por el aparador.
“Chonita” fue como le llamó la dueña, Pascualita Esparza Perales de Pérez, por su aparición en el día de la Encarnación, pero la figura llenó de misterio a toda la ciudad, pues pocos creían que efectivamente se trataba de un maniquí y argumentaban que era una mujer disecada.
La verdadera leyenda de La Pascualita
Existen dos teorías de cómo La Pascualita llegó a la calle Libertad en Chihuahua. La primera apunta que la dueña la adquirió en Francia, cautivada por la belleza; mientras que otros señalan que la consiguió en la tienda “El Puerto de Liverpool” mientras compraba telas, azahares, ramas y todo lo necesario para los vestidos de novia, cuando se percató de la misteriosa mirada de un maniquí en la tienda.
Intrigada y con miras a decorar el aparador de la tienda, la dueña quiso comprar el maniquí, y ante la extraña petición, los dependientes se negaron. Fuera de sí, con mucha insistencia y como si su vida dependiera de ello, la dueña amenazó con dejarlo todo y no comprar nada, y para evitar la pérdida de un cliente frecuente, accedieron.
El vulgo, como suele ocurrir en la mayoría de las leyendas urbanas, comenzó a apodarla “La Pascualita”, en honor a su dueña y en parte por su asombroso parecido físico.
“Tenía un mejor acabado en la cera, sus ojos eran de cristal, su pelo y sus pestañas eran implantes de verdadero pelo y pestañas; y su expresión, a diferencia de las de tantos maniquís de mirada inerte, era viva y reflejaba emociones, cual si estuviese dotada de humanidad”.
Aunque la leyenda de La Pascualita inspiraba a muchos, otros se sintieron ofendidos con los rumores de la posibilidad de que estuviera viva y no repararon en quejarse con la dueña, por la “inmoralidad” y los “actos de transgresión hacia Dios” que significaría tener a una mujer de carne y hueso en el aparador.
“La Popular” se llenó de misterio a partir de la década de los 60, pues el maniquí fue objeto de múltiples rumores. Se decía que la novia que coronaba los mejores diseños de la tienda estaba viva y era capaz de moverse en la noche cuando la tienda estaba cerrada. Otros afirmaban haber visto cómo el maniquí les sonreía cuando pasaban por la calle.
La leyenda se convirtió en mito cuando la dueña de la tienda, la Pascualita original, murió en 1967. Quien pasaba por el aparador afirmaba que sentía cómo el maniquí les seguía con la mirada, o que por unos segundos se le podían ver pequeñas venas rojas en los ojos. Los amantes de las leyendas de la ciudad, recuerdan casos de empleadas que renunciaron porque la vieron llorar y moverse, se negaban a vestirla con la última colección porque le aparecían venas verdosas en las piernas que luego desaparecían, o se resistían a bañarla con champú como lo exigía su guía de cuidados.
¿Cómo se explican los misteriosos hechos alrededor de La Pascualita? Aunque ambas teorías apelan a lo paranormal, algunos señalan que con la muerte de la dueña, éste se adueñó del cuerpo del maniquí para seguir vagando la ciudad. La otra, quizá más popular, se refiere al fallecimiento de una presunta hija de la dueña.
La leyenda cuenta que Pascualita, dueña de “La Popular”, sufrió la pérdida de su hija cuando ésta esperaba a su prometido en el altar de la iglesia: un insecto proveniente de la corona de novia bajó para darle un mortal piquete. O bien, una segunda versión de la misma teoría señala que la joven pudo haber sido asesinada en el altar por un amante celoso, quien llevado a la desesperación por su boda con otro hombre, le arrebató la vida.
Llena de dolor, la Pascualita original decidió embalsamar a su hija, recubrirla de parafina y cera, y vestirla con los más hermosos vestidos; así, tendría un eterno homenaje en el aparador de su tienda, recordándola en su momento más bello y cargado de felicidad.
Sin embargo, la leyenda es contrapuesta con la realidad, puesto que los registros oficiales señalan que el único descendiente de Pascualita Esparza Perales de Pérez fue un varón de nombre Enrique.
A pesar de eso, la tienda “La Popular” es uno de los sitios más visitados en la ciudad de Chihuahua, tanto por turistas como curiosos que intrigados por la leyenda se acercan para admirar la verdadera belleza del maniquí. Y qué decir de las novias de Chihuahua, que buscan comprar el vestido de colección portado por el maniquí, pues se cree es un amuleto de felicidad en el matrimonio.