Estamos acostumbrados que cada que se habla de los hombres más ricos del mundo en la cima del listado estén personajes usuales como Bill Gates o Carlos Slim, incluso recientemente Jeff Bezos, director de Amazon, se hizo del número uno con sus 123 millones de dólares que día a día se incrementan conforme el gigante de ventas por Internet se abre paso en mercados emergentes.
Sin embargo, mucho antes de ellos existió un hombre cuya fortuna nadie ha superado: Mansa Musa.
Musa I o Musa I de Malí fue el emperador —Mansa es la palabra para rey— del Imperio de Malí, que abarcaba los actuales Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea, Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Chad en el siglo XIV.
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En aquel entonces el Imperio de Malí sustentaba su economía con el comercio de oro y sal, dos recursos centrales no sólo para el comercio del imperio, sino de la región. Su influencia y producción era tal que era el principal productor de oro, del mismo modo, todo el oro de la región era controlado por el equivalente a la hacienda del imperio, lo cual sin duda contribuyó a que su fortuna fuera aún más grande. Por otro lado, la sal también era un objeto con valor suficiente para comerciar y hacer trueques, al grado que con estos dos productos podía controlar la economía de toda la zona, como después lo probaría durante su peregrinaje a La Meca.
Este viaje es el que hizo de su nombre una leyenda. Si bien Mansa Musa era terriblemente rico, lo cierto es que era relativamente desconocido para el resto del mundo y la voz sobre su generosidad aún no se propagaba. En 1324 inició el peregrinaje a La Meca con una escolta tan grande que algunos indican que se conformaba de poco más de 70 mil personas, todas con barras de oro y vestidos de seda.
Musa sostiene una moneda de oro en el Atlas Catalan de 1375. / Foto: Wikimedia Commons
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Su viaje se caracterizó por la construcción de un sinnúmero de mezquitas que ayudarían a la difusión del islam; así como de las generosas donaciones en oro, lo cual rápidamente crearía una crisis en ciudades como El Cairo, a las que también había regalado el metal precioso. Ante la renovada abundancia de oro en los lugares que visitaba, el valor de éste disminuía, lo cual provocaba crisis económicas en pleno siglo XIV. No obstante, en este tipo de situaciones es en las que su poder económico se evidenciaba con mayor fuerza, pues él mismo fue capaz de disminuir la inflación y regular el precio del oro, aunque de acuerdo con algunos reportes tan sólo en Egipto tomó 12 años para que el precio y la economía se regulara.
Otra de sus grandes hazañas fue la expansión de su imperio para que Timbuktú prosperara, por lo que gracias a su fortuna fue capaz de convertirla en un centro importante de educación y religión, pues se construyeron mezquitas y escuelas, muchas de ellas que aún permanecen en pie.
Foto: All That’s Interesting
Hacia el final de su reinado, algunos estiman que Mansa Musa poseía cerca de 400 billones de dólares actuales y si bien la intención de Malí fue que el imperio y sus alrededores prosperaran, lo cierto es que las noticias de su riqueza y el oro con el paso del tiempo serían algunos de los motivos detrás de la invasión europea a los territorios africanos, en particular de Portugal durante el siglo XV. Estas incursiones terminarían por sumir a África en la pobreza, además de someter a sus pobladores al esclavismo y el trabajo forzado, y el imperio que alguna vez fue Malí, se desintegró por completo.