Este tipo de arreglo personal puede rastrearse en casi todas las culturas del mundo, ya fuera a través de la pintura facial, su vestimenta o métodos que podrían parecer un tanto más extremos como las escarificaciones, perforaciones, expansiones o tatuajes, los integrantes de cada cultura eran capaces de expresar tanto sus rangos, su estatus marital, incluso si eran trabajadoras sexuales o simplemente cumplían la función de una rutina de belleza.
En ese sentido, las mujeres mexicas no fueron nada ajenas a ese tipo de arreglo, tanto así que Fray Bernardino de Sahagún —misionero franciscano al que le debemos en buena parte la conservación de la historia prehispánica, así como de los primeros registros del náhuatl— escribió:
«Sus caras estaban pintadas con polvo seco y coloreado; las caras estaban coloreadas con amarillo ocre o con betún. Los pies eran untados con un ungüentos de copal quemado, incienso y tintura. . . . Algunas usaban el pelo corto, para que su pelo alcanzara su nariz. Era cortado y teñido con barro negro para que dieran importancia a su cabeza; era teñido de índigo, para que su pelo brillara. Los dientes eran manchados con cochinilla; las manos y el cuello eran pintados con diseños».
Foto: Códex Tudela / Wikimedia Commons.Lee más: Sácate el chile: el cuento prehispánico que explica por qué le decimos así al pene en México
El uso de polvo seco o tierra provenía de una tendencia que establecía que la piel de color amarillo era lo más atractivo, mientras que la cochinilla en lugar de utilizarse sobre los labios, era utilizada para manchar los dientes, lo cual tenía el mismo objetivo que el uso del lápiz labial moderno: llamar la atención, no sólo por el intenso color que el insecto aporta, sino porque la cochinilla implicaba una ardua labor manual para criar a los insectos que dieran el color rojo vibrante en lugar de un color púrpura.
Mujer vertiendo chocolate. / Foto: Códex Tudela / Wikimedia Commons.
Del mismo modo, Eduardo Merlo, arqueólogo del Centro INAH de Puebla explica, parafraseando a Fray Bernardino, que las prostitutas de la cultura mexica, no sólo eran aceptadas, sino que su trabajo se valoraba puesto que prevenía que los guerreros cometieran violaciones en otros pueblos. Ellas serían las mujeres que más empeño pondrían en su aspecto. Además, se diferenciarán por el uso de cactlis, es decir sandalias:
«Se esmeran mucho en su cuidado personal, se bañan, se alisan el cabello, lo perfuman y lo adornan con flores. Sus huipiles son muy bonitos, están bordados y son de colores llamativos. Salen a ofrecer sus servicios en las encrucijadas y ahí están guiñando el ojo a los hombres mientras mastican su tzictli (chicle) y lo están tronando como si fueran castañuelas».
Ahuiani es el nombre que se les daba a las “mujeres alegres”, es decir, las prostitutas mexicas. / Foto: Código Florentino / Wikimedia Commons.Lee más: El Sol se tropieza: la explicación de los aztecas de por qué tiembla
El uso del tzictli era difundido en la cultura mexica y su funcionalidad era similar a la actual: dar buen aliento. Del mismo modo, solían teñir su cabello para darle un tono negro mucho más profundo. No obstante, la moda en cuanto a peinados también mutó a lo largo del periodo mexica, mismos que se pueden rastrear a partir de las piezas arqueológicas encontradas, por lo que es posible saber cómo se peinaban. La regla en general siempre han sido las trenzas, ya sea sueltas o enrolladas en la cabeza o el cabello suelto. Su arreglo también fue importante dado que, según la información de Arqueología Mexicana, para los mexicas el cabello era un elemento importante para que el tonalli (la energía vital) no abandonara su cuerpo. De allí, surgió el uso de tocados imponentes que no sólo denotaban prestigio, sino autoridad.
Las figurillas también han sido importantes para determinar el uso del maquillaje en la cultura mexica, si bien algunas esculturas muestran maquillajes en barra, otros hallazgos arqueológicos como estuches de barro con restos de pigmentos confirman el uso de la pintura facial.
Foto: Masdemx.Lee más: Tlacuilos: la historia de los artistas anónimos del México prehispánico
Por otro lado, además de los tocados, uno de los accesorios que aún alcanzan nuestros tiempos son los aretes, que si bien, en aquel entonces no se parecían en absoluto a las joyas actuales, la perforación del lóbulo era común para toda la población, aunque la mayoría de las veces resultaba en lo que actualmente conocemos como las expansiones, dado que las herramientas y orejeras que colgaban en sus orejas eran mucho más gruesas que en la actualidad.
Ya fuera por costumbre, vanidad, autoridad o prestigio, no se puede negar que las mujeres mexicas eran muy parecidas a las mujeres españolas y las actuales cuando se trata del cuidado personal.
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