Los relatos de criaturas sobrenaturales que sólo aparecen durante las fiestas decembrinas son un fenómeno mundial y no, no sólo hablamos de Santa Claus, sino también de aquellos seres que suelen ser malignos para aquellos niños que a lo largo del año no tuvieron un buen comportamiento.
En la tradición japonesa, tal demonio —que en realidad se trata de un ogro de Año Nuevo— se llama Namahage, de origen japonés, en particular de la prefectura de Akita. Ellos bajan de las montañas durante la Nochevieja y visitan cada una de las casas para buscar a aquellos niños que han desobedecido a sus padres para llevárselos consigo a la montaña y comérselos. En caso de que en el hogar que visitan no haya un niño malporado, entonces los namahage bendicen los hogares, protegiéndolos del infortunio como una mala cosecha o alguna enfermedad.
En ese sentido, los namahage son mensajeros de los dioses, por lo que la categoría de demonio no es particularmente exacta, ya que su labor es evitar que lo maligno afecte a los pobladores.
Tal leyenda se ha mantenido viva porque los hombres del pueblo son los encargados de disfrazarse como los namahage —así como cualquier hombre occidental lo haría al disfrazarse de Santa Claus o de alguno de los Tres Reyes Magos—. Portando máscaras de demonios tradicionales, abrigos y botas hechas de paja, así como un gran cuchillo y antorchas, se anuncian frente a cada casa con una serie de golpes en el suelo.
Una vez la visita de los namahage culmina —después de los ofrecimientos de comida y bebida—, la tarea de las familias es acudir a su templo, primordialmente shintoísta, la religión predominante en Japón, para agradecer a los dioses.
Esta tradición fue designada como un Patrimonio Cultural Intangible de Japón en 1964, adquiriendo el nombre oficial de Oga no Namagege, que se fusiona con varios festivales de inicios del año y como otras tradiciones del mundo, suelen ser esos mismos niños regañados o bendecidos por cada ogro los que con el paso del tiempo suelen retomar la tradición y el papel de namahage.
Las ilustraciones de este artículo corrieron a cargo de Javier Torres, consulta el resto de su trabajo en Instagram.
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