La historia de la humanidad nos confiesa que, siempre nos ha sido necesaria una forma de orden, una forma de medida que nos oriente. Así inventamos el tiempo, esto nos ha llevado a medir el instante; hemos aprendido a diferencias horas, días, semanas, meses y años. Así pues, siempre está la sensación de que algo se nos escapa de las manos. Esa orientación, nos ha dotado de una forma de vida y tiene su efecto de permanencia a lo largo de la historia. Nos convertimos en hijos de los días.
El 31 de diciembre, representa para muchas culturas, la culminación de un ciclo, un cierre, un cambio y un inicio. Aunque, muy a pesar de nuestras dudas sobre ese cambio, nos aferramos a la idea de que puede pasar, de que esa renovación es posible. De tal forma que, como es costumbre, no sólo nos convencemos a nosotros mismos de esa “revolución interna” sino que, nos vemos obligados a hacer rituales y maniobras para poder creer en ese cambio. Necesitamos fe. Así pues, durante una noche del año, nos convertimos en magos, esotéricos, o tan sólo menos escépticos de una suerte de magia.
Pero, ¿por qué 12 uvas?, ¿por qué ropa interior de colores?, ¿por qué también ese último día se trata de comer lentejas, aventar agua, tomar una maleta, o incluso quemar papel?…si alguna vez has sido víctima de estos rituales, o si has sido testigo de ellos, aquí te mostramos su origen y algunos de los más curiosos rituales del mundo.
Las 12 uvas
Según BBC Mundo, la tradición de comer 12 uvas por cada campanada para recibir al año nuevo, llegó a América Latina desde España. De acuerdo a Jeff Koehler, existen dos teorías sobre los orígenes de esta costumbre. La primera se remonta a 1880, en aquel entonces, la clase burguesa española, comenzó a celebrar Nochevieja comiendo uvas y tomando vino espumoso, imitando a la clase burguesa francesa. Esta costumbre, decidió copiarla un grupo de ciudadanos, a modo de parodia, en la puerta del Sol, donde se reunieron para comer uvas durante las doce campanadas que dan entrada al año nuevo. La segunda teoría se remonta a 1909. Se cuenta que en ese año, los productores de Alicante, en el sureste de España, tuvieron una cosecha excedente de uvas blancas. Al existir muchas uvas, bajó el precio y se empezó a vender de forma creativa, pues se les conoció como “uvas de la buena suerte”, así se consumían al fin del año para atraer el bienestar. Este hábito se instauró rápidamente en España, y la tradición se exportó a otras regiones.
Quemar un muñeco
En América Latina, distintos países acostumbran a vestir un muñeco con ropa vieja para después quemarlo en las calles. Algunos llaman al muñeco “El Viejo”, para hacer referencia al año que termina. Esta tradición, puede tener su origen en las comunidades indígenas. Históricamente, al verse afectados por diversas epidemias que acabaron con su vida, realizaban muñecos con ropa de personas fallecidas y la quemaban, para alejar la enfermedad.
La lencería de colores
No se sabe con certeza cómo se originó esta tradición. Este ritual puede tener un origen pagano, al estar ligado a la procreación y la fertilidad. Otros ligan esta práctica a las tradiciones de la moda victoriana. Sin embargo, pudo haber nacido en Europa. Desde la Edad Media, el color rojo era símbolo de brujería, pero el color rojo ha sido símbolo de la sensualidad y del amor, quizás por su vínculo con la sangre y el corazón, por ello, se usa lencería roja para atraer el amor. Así pues, en esa época, se creía que este color atraía la buena suerte, pero al estar prohibido lo usaron en prendas que no fueran visibles, como en la ropa interior.
Por otro lado, se dice que para atraer el dinero en el año se debe de usar ropa interior nueva de color amarillo. Puede ser que el color esté relacionado con la luz o el sol, pues éste brindará dirección a los caminos con su claridad. Además el amarillo está relacionado a la riqueza y prosperidad, esto puede ser por el color del oro.
Esta tradición se ha extendido por muchas partes del mundo, con distintas interpretaciones. Por ejemplo, en Asia, se cree que al estar pegada al cuerpo, la lencería puede transmitir buenas energías directamente a las personas.
Comer lentejas
Se cree que si se come una cucharada de lentejas a la medianoche, se tendrá abundancia y suerte durante el año. Se cuenta que esta tradición nos viene de la bolsa llena de lentejas que se anudaban los romanos al cinturón esperando que, con la magia del año nuevo, se convirtieran en monedas de oro.
Tirar sal en los hombros
Para atraer la buena fortuna y deshacerse de las malas vibras, se debe tirar sal detrás de los hombros. Esta costumbre, puede tener su origen en que la sal era un alimento muy valioso y caro en la antigüedad, pues con ésta se pagaba un salario y preservaba los alimentos. Al tirarse en los hombros, se cree que ahuyenta las cargas pesadas del año. Además, en la religión católica hay quienes creen, por herencia de la Edad Media, que la sal ciega al demonio y evita que tenga el poder de causar maldades.
Rituales curiosos
El Gallo Casamentero
En Bielorrusia, las mujeres realizan un ritual para saber quién se casará en el año que empieza. Se coloca un cúmulo de maíz frente a cada una de ellas, luego sueltan un gallo y a la que se dirija para comer será quien se case.
Romper platos y saltar de una silla
En Dinamarca, cuando llega la medianoche del 31 de diciembre, los daneses tiran platos contra las puertas de los hogares de sus amigos y familiares para dotarles de buen augurio. Así, cuantos más pedazos se amontonen en la puerta, mayor será la suerte para el año próximo. Además, también saltan encima de una silla para atraer suerte.
Saltar 7 olas
En Brasil, ir al mar a las 12 y saltar siete olas pidiendo siete deseos es una arraigada costumbre. Esto puede ser porque, el agua y el mar han estado asociados con la purificación en muchas culturas a lo largo de la historia. Pero, en este caso la tradición se remonta a las culturas africanas. El siete es un número espiritual y se vincula con la diosa del mar Yemanjá, quien en Año Nuevo, da fuerzas para superar las dificultades. En otros países, como Puerto Rico, no se trata de dar saltos, sino de dejarse caer de espaldas al mar para ahuyentar a los malos espíritus.
Dar vuelta a la manzana
En países como México, Perú, Colombia y otros de Latinoamérica, es muy común que al caer la medianoche, se tome una maleta y se salga con ella de la casa para viajar en el año. Hay quienes dicen, que entre más grande la maleta, más largo será el viaje; y quienes dicen que se debe meter en la maleta algo relacionado con lo que les gustaría hacer en el viaje.
Entonces, nos hemos convencido de que los ritos son necesarios para enfrentar un nuevo año. Esto, no sorprende en países como México, donde la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología (ENPECYT) 2017, demuestra que 53.3 % de la población cree que confiamos demasiado en la fe y muy poco en la ciencia.
En fin, sin importar el país, el 31 de diciembre, siempre estará lleno de supersticiones. Es una fiesta con una ventana de posibilidades y de buen augurio para el futuro. Así que, la próxima vez que intentes alguno de estos rituales, sabrás de dónde viene y qué están haciendo al otro lado del globo.
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