“¡Me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella!”, canta Gloria Trevi. Lo suyo es un aullido feroz, una especie de himno para la comunidad LGBT y un homenaje al orgullo de ser lo que se quiera ser, de las vicisitudes del proceso de aceptación y finalmente, la liberación completa tras “salir del clóset”.
Gloria caminó hacia la puerta, escuchó que le gritaban pero decidió que ninguna cadena habría de atarla jamás. Al final, la noche ya no era oscura, era de lentejuelas. Y es cierto, nadie debería atar a nadie. El orgullo de ser gay, lesbiana, bisexual, transexual, travestido o drag queen es un ejercicio cotidiano y tal y como lo dice un testimonio compartido con CC Noticias, “ser gay de clóset implica seguir la corriente y aceptar los comentarios desagradables. Pero cuando finalmente sales, sales bien”.
Este orgullo que impera dentro de la comunidad LGBT+ sembró la semilla necesaria para que durante toda la semana y hasta el 28 de junio, ciudades de todo el mundo se vistan de reinas, se tiñan de los colores del arcoíris y se sumen en una marcha-danza colectiva en pos de la inclusión definitiva. Hay espacio para sostenes con brillantina, para tacones de plataformas groseras, para faldas minúsculas y trajes de cuero metidos con calzador.
A pesar del orgullo de millones, de acuerdo con el informe más reciente de la Asociación Internacional de LGBTI (ILGA, por su siglas en inglés), en 72 países de todo el mundo las ideologías retrógradas y las mentalidades medievales permiten que los homosexuales sean vistos como delincuentes: las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son criminalizadas. En ocho de ellos, incluso pueden castigarlos con la muerte.
El informe, “Homofobia de Estado”, la protección y el reconocimiento a los homosexuales se da en los países del norte de América y algunos del sur, así como en algunas partes de Australia y casi toda Europa. Sin embargo, en naciones como Europa Oriental, Asia, África y algunas regiones de Centroamérica, la penalización y las persecuciones están naturalizados.
En esas 72 naciones, los homosexuales no pueden admitir públicamente su orientación sexual ya que corren el riesgo de ser encarcelados o condenados a muerte, como en el caso de Irán, Arabia Saudita, Yemen, Sudán, Somalia y Nigeria. En 45 de ellos, la ley se aplica tanto a mujeres como a hombres.
En pleno siglo XXI, únicamente en 124 estados, las relaciones entre personas adultas del mismo sexo en privado son ilegales. De acuerdo con el diario El Universal, además de eso y aunque no sean perseguidos por la ley, “sí son objeto de rechazo social, discriminación e incluso acoso”.
Sin embargo, de esas 124 naciones que intentan reconocer los derechos de los homosexuales, únicamente en nueve de ellos estipulan la no discriminación “por razones de orientación sexual” y sólo en 43 de ellos tienen leyes que persiguen y castigan los crímenes de odio.
Por si fuera poco, la organización terrorista Estado Islámico también castiga con muerte a los homosexuales, y que tiene el control absoluto de varias regiones en el norte de Siria e Iraq. En otras regiones de Medio Oriente, la ley islámica permite la pena de muerte pero no se aplica.
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