La trama rusa que rodea al presidente Donald Trump y los procesos electorales parece tener mucho más cola que le pisen de lo que se creía. La polémica de si el Presidente favorece sus negocios personales a costa de los intereses del pueblo y su estancia en la oficina oval por petición de Rusia, se refleja un favoritismo considerable para los inquilinos del Kremlin.
A pesar de que Trump no tiene negocios en Rusia, el gobierno encabezado por Vladímir Putin renovó cuatro licencias comerciales con las empresas de Trump, el 8 de noviembre durante las elecciones presidenciales, donde según Estados Unidos, Rusia hackeó y publicó durante la campaña unos correos electrónicos del Partido Demócrata con el fin de ayudar al entonces candidato republicano a ganar, tal y como sucedió.
Durante las últimas semanas, Trump y sus allegados se han visto envueltos en polémicas relacionadas a posibles conflictos de interés, por ejemplo las licencias comerciales cedidas a China y Perú a la marca Trump poco después de las elecciones.
Antecedentes de Trump con Rusia
Según el TIMES, en 1996, el ahora mandatario intentó hacer negocios en Rusia donde pretendía registrar la marca ”Trump Tower”, con el fin de cerrar un jugoso negocio inmobiliario, en 2006 obtuvo cuatro licencias auspiciadas por el gobierno ruso para construir un lujoso complejo turístico. Un año después se registró la marca ”Trump Vodka”, una línea de bebidas alcohólicas que nunca tuvo éxito.
El último vínculo comercial de Trump con Rusia fue el lanzamiento de una línea de decoración para hogar, la cual se mantuvo pero no por mucho. La constante respuesta del Presidente en contra de dichas acusaciones y su posible relación personal con Putin es: «no tengo nada», lo que incentiva a sus demandantes a que sea investigado con mayor presencia. Sin embargo, la renovación de licencias justo el día de las elecciones, pone en jaque al magnate presidencial y así, se contradice más de una vez.
De acuerdo con fuentes informativas y fiscales de Estados Unidos, el presidente inmobiliario junto con sus allegados aún mantiene la puerta abierta para hacer negocios en Rusia.
Las fiscalías, el Buró Federal de investigación (FBI), y varios comités y dependencias gubernamentales; siguen la investigación de los vínculos de Trump con Rusia aquel 8 de noviembre de 2016, además de que el caso del ciberataque a los demócratas no ha dado carpetazo final. Trump insiste en que todo es legal y que sus acciones pasadas no han violado la constitución en ningún momento, pero tampoco ha puesto las manos en el fuego por sus asesores quienes le mantienen a flote en la vida pública.
Lo que es un hecho es que asesores de la campaña y afiliados al Partido Republicano tuvieron acercamientos e interacciones con el Kremlin, y con el embajador ruso en Washington antes y después de las elecciones, con el fin de ocultar dichos contratos. Mientras tanto varios personajes públicos han dado testimonio ante el Congreso sobre la polémica que rodea el entorno del Presidente.
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