El año nuevo llegó y en México los buenos deseos se vieron opacados por el aumento en el precio de la gasolina y el diesel. Las reacciones no se hicieron esperar, ya que los reflectores de los medios de comunicación se volcaron a cubrir el aumento en los precios y en las protestas que llevan a cabo distintos sectores de la población en varios estados de la república desde hace una semana.Sin embargo, algunos que hicieron público su pensar acerca del “gasolinazo” —como se le conoce popularmente en México al aumento mensual en el precio de los combustibles— se burlaron de aquellos que se quejan. Su argumento era muy sencillo: no uso automóvil, me transporto en bicicleta, por eso el aumento en el precio de la gasolina no me afecta.
Desafortunadamente, esto es falso.Para empezar, hablar de un aumento en el precio de la gasolina podría hacer parecer que sus consecuencias sólo afectan a quienes usan con frecuencia el automóvil, un argumento que el propio gobierno de México ha impulsado al decir que el subsidio a los precios sólo beneficiaba a los más ricos. Sin embargo, el incremento en estos combustibles afecta a todos.El golpe a los bolsillos también será para aquellos que usan transporte público, porque microbuses, combis, autobuses y taxis utilizan gasolina o diesel. Es casi un hecho que el costo del pasaje y banderazo incrementará para poder cubrir el costo de llenar los tanques de gasolina.Si sigues pensando que a ti no te afecta porque te mueves en bicicleta, debes saber que todo lo que consumimos, desde frutas, verduras, carne, leches y demás alimentos, hasta libros, ropa y tecnología, todo absolutamente necesita de gasolina o diesel para ser producido y transportado para llegar hasta nuestras manos.
Tractores, camiones que transportan materia prima a las fábricas y el producto final a las tiendas, mercados y supermercados. Todos requieren diesel o gasolina. Subir el precio de estos combustibles provocará que los costos de producción y transportación aumenten. Por lo tanto, también subirán los precios de los productos que se transportan.
Además, aumentar de golpe estos precios provocará que la inflación del país también se incremente, con lo cual disminuirá el poder adquisitivo de todos los mexicanos. Y si bien usar la bicicleta te hará inmune a los gastos individuales de transportación, no te salvará de sufrir las consecuencias en tu economía.Debemos saber que este nuevo esquema en el incremento de los precios no es similar a los que el país experimenta desde el sexenio del conservador Felipe Calderón (2006-2012), donde el precio de los combustibles aumentan cada mes para ajustarse a los precios internacionales del petróleo y al impuesto que el gobierno mexicano cobra por la producción de combustibles.Desde el primero de enero de este año, la gasolina magna comenzó con un precio de $13.98 (0.68 dólares) por litro y terminó en $15.99 (0.78 dólares); la premium pasó de $14.81 (0.72 dólares) a $17.79 (0.86 dólares), mientras que el diesel dejó de costar $14.63 (0.71 dólares) para ahora ser vendido a $17.05 (0.83 dólares) por litro.
Estos precios son un promedio nacional, ya que otro cambio de la reforma energética, ideada por Peña Nieto, es que el país está dividido en 90 regiones geográficas y en cada una de ellas existe un precio distinto.
La gasolina más barata se puede comprar en la región de Veracruz, a 15.33 (0.74 dólares) pesos; la más cara se encuentra en la región de El Castillo, en el estado de Jalisco, donde la gasolina premium tiene un precio de 18.41 (0.89 dólares) pesos por litro.
Pero estos precios son temporales, ya que el 3 de febrero la Comisión Reguladora de Energía, organismo gubernamental que se encargará de verificar que los precios se cumplan en todas las gasolineras, establecerá un nuevo precio por litro para los combustibles.
Este incremento en los precios, es una consecuencia directa de la Reforma Energética, impulsada por el presidente de México, Enrique Peña Nieto y aprobada por las dos cámaras del Congreso el 7 de agosto del 2014 gracias al “pacto por México”, una iniciativa que consistió en la alianza de los partidos políticos para “respaldar” y “apoyar” el trabajo del ejecutivo.Esta reforma contempla la descentralización de la venta de gasolina y diesel en México, y permite la entrada de empresas extranjeras para que ellas también comercialicen dichos combustibles, que sigue produciendo la empresa estatal Petróleos Mexicanos (PEMEX).Para hacerlo y lograr que el mercado de la gasolina se vuelva atractivo, se eliminó el límite del precio por litro de los combustibles impuesto por el gobierno mexicano hace más de cincuenta años cuando el mercado estaba dominado por Pemex, permitiendo que cada empresa ponga el costo que mejor le convenga, basados en la regla universal de la oferta y la demanda y los costos de producirla y transportarla.En México se venden dos tipos de gasolina: magna y premium. La diferencia radica, además del costo, en el octanaje. A mayor octanaje, mejor es el rendimiento que el combustible tiene en los vehículos, además de un menor porcentaje de azufre y otros químicos.
Aunque el 2017 apenas está comenzando. El 20 de enero Donald Trump será presidente de Estados Unidos y sus propuestas enfocadas a defender el mercado y la economía estadounidense, frenar el ingreso de migrantes y limitar las relaciones comerciales con México tendrán un efecto, sólo hará que el descalabro económico siga sangrando.
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