El ritual comienza desde la puerta, los luminosos postes tricolor anuncian la llegada, o el retorno en el tiempo, a un lugar con historia. El sonido de la navaja parece que da la bienvenida y el olor a madera arrastra el cuerpo hacia un asiento acojinado, se cubre el cuello con una toalla y una bata reposa sobre el pecho. Servicio completo, por favor.
El oficio del barbero se cuenta desde que el hombre tuvo vello. Se dice que en la antigüedad el barbero era uno de los miembros más importantes del grupo social, pues evitaba que los malos espíritus irrumpieran en el cuerpo de una persona a través del cabello, cortándolo adecuadamente. En otras culturas, el barbero acudía a importantes ceremonias en las que tenía la misión de expulsar a los espíritus malignos cortando a las personas el cabello que colgaba y atándolo con fuerza para mantenerlo en su lugar, esto evitaría que algún ente maligno se adhiriera a la persona, lo que le significaría prosperidad y felicidad en su vida o en su matrimonio, según fuera el caso.
En culturas como la egipcia y en la época de la Edad Media, los barberos guardaban el mismo rango que un médico o un sacerdote, pues realizaban curaciones con sanguijuelas, lo que los posicionaba como una figura de respeto para los demás. El popular poste que por años identificaría a estos locales se ilumina con tres colores: rojo, blanco y azul; el primero significa la “cirugía” a la que, en algunos casos, el hombre era sometido, el segundo representa el oficio de barbero, y el último significa la higiene que representa la labor y quien la ejerce.
Se tiene registro de que la barbería más antigua, ya establecida como un local, data de 1805: Truefitt & Hill, en Londres, fue un sitio emblemático que adquirió gran reputación entre la clase alta inglesa, y entre la corte real, y recibió a personalidades como Charles Dickens, Oscar Wilde, Sir Winston Churchill, Frank Sinatra y el Príncipe Felipe de Edimburgo. Años más tarde el negocio evolucionó en una marca de lujo que fabrica productos para el oficio del barbero, entre cremas para afeitar, aftershaves y fragancias para caballeros. Sigue siendo popular entre la familia real y entre los londinenses, quienes acuden a disfrutar de un servicio de calidad.
Y es que acudir a la barbería no es sólo un servicio, se convierte en una experiencia que incluye la camaradería con el barbero, la música y el olor al pasado; es el roce de la navaja que no violenta, y el resultado es un rostro limpio con un corte de altura.
En la capital mexicana todavía son comunes las barberías en las colonias más tradicionales. Es en la colonia Roma, en la ciudad de México, donde Barbería Capital abre sus puertas al oficio del barbero. Con un local ubicado en la calle de Monterrey esq. con Álvaro Obregón, Barbería Capital conjunta la tradición con servicios de alta calidad, higiene y los mejores productos de grooming y shaving.
Entrar a Barbería Capital es una experiencia desde que el hombre se sienta en una auténtica silla de barbero, le aplican espuma, toalla caliente y navaja libre. Un ritual en un lugar que le regresa a los hombres un espacio que habitar, donde cortarse el pelo y rasurarse se convierten en una terapia de amigos y relajación más que en un hábito.
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Barbería Capital: Monterrey 118 b, entre Chihuahua y Álvaro Obregón, colonia Roma, México, D.F.
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