Todo estará bien mientras tengamos tabaco y vida para fumarlo, repite Hemingway para sus adentros mientras se sirve un trago y prende un cigarro. Regresa a su máquina de escribir, no se sienta; teclea de pie. Repite la frase y la plasma en tinta.
Aquellas palabras, fragmento de “Por Quién Doblan las Campanas” (“(For Whom the Bell Tolls”), las pronuncia un soldado, quien en medio de un bosque helado, monta guardia junto a su compañero de armas mientras comparten un cigarro.
Los humanos hemos consumido tabaco generación tras generación con distintos fines. A veces, se fuma sólo para compartir un momento, tan duradero como el cigarro lo permita. Otras tantas, blandir un rollo de tabaco entre los dedos ayuda a pensar; de cualquier manera, la costumbre de fumar ha evolucionado con nosotros.Unas cuantas décadas atrás (1950), el fumar era un hábito bien visto; aportaba clase, seriedad, estilo y, en algunas ocasiones, hasta carácter. Se podía fumar en todas partes indiscriminadamente, y a nadie le importaba intercambiar salud por estilo, el que tiene un costo y al parecer, no es el mismo para todos.De acuerdo con los últimos datos de la National Survey on Drug Use and Health, publicada a finales de 2014, si fumas cigarros regularmente, la cantidad de consumo importa poco en relación con tus probabilidades de contraer cáncer.
Resulta que el tabaquismo no se traduce en lo que los científicos llaman una relación dosis-respuesta, en la que el riesgo aumenta gradualmente con cada fumada que das. Incluso el estudio reveló que hasta las personas que no se exponen al tabaco podrían sufrir casi el 70 por ciento de los efectos nocivos que padecen los fumadores regulares.
El cáncer se puede desarrollar por muchas variables distintas. Por lo tanto, si eres una persona cuyo cuerpo tarda más tiempo en eliminar las sustancias cancerígenas o absorbes mayor cantidad de toxinas, corres igual o mayor riesgo de enfermar que alguien que fuma una cantidad considerable y a su vez es menos propenso a contraer dicho padecimiento por tener genes más fuertes.
A pesar de esto, todas sabemos que los riesgos siempre están presentes a nuestro alrededor y la decisión está en el usuario.
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