El triunfo del ecologista Alexander Van der Bellen en Austria resultó un contraste a la tendencia general de victorias de la derecha en Europa y el mundo durante la jornada electoral del fin de semana, en las que trounfó el No al referendum a los cambios “pro-europeos” del primer ministro italiano Mateo Renci.
El intelectual, catedrático y “eco-socialista” propuesto por el partido verde austriaco, se convirtió en el nuevo mandatario con 53 por ciento de los votos contra un 46 por ciento del líder del Partido de la Libertad Norbert Hofer, criticado por Bruselas debido a sus políticas anti inmigrantes, el conservadurismo nacional y su rechazo al proyecto europeo.
Al igual que en Italia, Reino Unido y Estados Unidos, los medios vaticinaban un triunfo de Hofer, alimentado por los resultados de la primera vuelta y en la cual resultó victorioso.
En Austria e Inglaterra — origen de Brexit— el impulso hacia la derecha se alimenta de la población trabajadora blanca mayor a 45 años. De acuerdo a las encuestas este grupo percibe la migración como algo negativo y que economía se ve afectada por la globalización y la diversidad cultural.
En mayo, una encuesta el diario austriaco Die Presse reveló que el 56 por ciento de los austriacos considera la convivencia con los musulmanes negativa; sólo el 32 por ciento cree funciona “bien”. El 77 por ciento los ve como poco respetuosos y violentos hacia la mujer.
Con la llegada de miles de refugiados de Medio Oriente, Austria experimentó el año pasado un incremento notable en los delitos considerados de extrema derecha cuando se registraron mil 156 delitos contra los 750 de 2014, de acuerdo a un informe por el ministerio del Interior.
En entrevista con la televisión pública austriaca, el nuevo presidente federal Van der Bellen dijo que tiene intenciones de aproximarse de forma activa a los electores del Partido de la Libertad ya que “tienen miedos genuinos”, que deben ser tomados en cuenta.
De acuerdo a ABC, aunque la presidencia en Austria no tiene el poder de un jefe de Estado, sí tiene la autoridad para decidir “a quién encarga la formación del gobierno” y Bellen aseguró durante su campaña que de triunfar, “haría todo lo posible para no encargarle nunca al Partido de la Libertad ultraderechista la formación de un nuevo Ejecutivo”.
Durante toda la campaña presidencial, los titulares de la prensa austriaca infundieron temor en la población: desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ningún mandatario extremo-derechista había regresado al poder. Si Hofer, del Partido de la Libertad, llegaba al poder sería un hecho histórico.
Un artículo de la BBC explica que la emancipación de los movimientos populistas y de oposición a los partidos conservadores es producto de “una enorme brecha entre los ciudadanos y la política tradicional”. Se ha normalizado y extendido “la ira, la desconfianza y el resentimiento de los votantes” contra toda la clase política en general.
Van der Bellen también sentenció que su triunfo es el resultado de un voto “proeuropeísta” (que rechaza la extrema derecha) y basado en valores de “libertad, igualdad y solidaridad”, además de que envía una señal de “esperanza y cambio” al resto de la Unión Europea. Mientras tanto, en las capitales europeas celebraron el triunfo.
El triunfo del Brexit en Inglaterra y del republicano Donald Trump en Estados Unidos derrumbaron la fe que los ciudadanos tenían en las encuestas, en los análisis políticos y en la opinión pública.El triunfo de la extrema derecha, entonces, no habría sorprendido tanto con el triunfo del profesor ecologista.
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