Ally Lee Steineld, nombrada Joseph Mattew al nacer, tenía 17 años y fue asesinada brutalmente: le sacaron los ojos, la quemaron y le cortaron los genitales. Sin embargo, su caso no fue juzgado como crimen de odio a pesar de que esa clasificación engloba a los incidentes motivados, en este caso, por el rechazo de la orientación de la víctima. Ella se convirtió en la transgénero número 21 asesinada en Estados Unidos en lo que va del año.
El asesinato ha indignado al mundo no sólo por la crueldad con la que terminaron con la vida de Ally y porque es una clara muestra de la homofobia en Estados Unidos, arreciada desde que Donald Trump tomó la presidencia, sino porque los jueces encargados del caso no lo clasificaron como crimen de odio a pesar de contar con las pruebas suficientes para hacerlo.
*Foto: Facebook.
De acuerdo con The Independent, Ally —quien llevaba un mes desaparecida— fue asesinada en Cabool, Missouri por su novia y otros dos adolescentes, que dejaron su cuerpo abandonado dentro de una bolsa «con los ojos colgando», con varias partes de su cuerpo quemadas y con los genitales apuñalados, en un gallinero.
El crimen aconteció pocas semanas después de que ella escribiera en su cuenta de Instagram que se sentía orgullosa de ser quien era, de ser transgénero, además de informar a sus seguidores que se encontraba en el proceso de transformación de hombre a mujer (“mtf” por sus siglas en ingles, que literalmente significa hombre a mujer).
*Foto: Vice.
A pesar de que la evidencia apuntaba a que el asesinato había tenido impulsos homofóbicos, los jueces encargados del caso aseguraron que su orientación sexual y género no habían tenido nada que ver. Uno de ellos, Parke Stevens, dijo para la agencia de noticias AP que el simple hecho de tratarse de un asesinato era «un crimen de odio en sí» y que eso era lo único que importaba.