Cuando decimos que las rodillas nos truenan, que el bochorno nos afecta a cualquier hora, que las largas caminatas ya no son para nosotros o que no aguantamos la fiesta “como antes”, debemos todo a un factor de edad. Nos cobra factura y no pasa en vano, dicen nuestras abuelas.
Pero esto no es algo que sólo suceda en los seres humanos, pues los animales, especialmente los perros, también presentan una situación similar con el paso de la edad, específicamente después de cumplir los ocho años. Un estudio publicado por el Journal Vet Behavior, comprobó que los perros mayores a esos ocho años, equivalentes a unos 50 años en humanos, muestran síntomas de demencia similares a los del Alzheimer.
El estrés y la frustración son parte de las conductas que provocan que los perros comiencen a desarrollar este tipo de patologías después de cierta edad, justo cuando ya han rebasado los ocho años. La salud comienza a deteriorarse y es uno de los aspectos que los cuidadores no podemos dejar pasar.
*Foto: Cómo adiestrar a un perro.
El estudio se realizó con 63 perros a los cuales se les diagnosticó trastorno compulsivo canino. El 24 por ciento de estos animales presentaban una cantidad de glóbulos determinada en relación al total de sangre. Esa cantidad era superior al rango de referencia del laboratorio de patología clínica.
En términos más relajados, Mami Irimajiri, investigadora principal del estudio, afirmó que «la primera hipótesis es la que establece que el estrés, el conflicto y la frustración conducen a la secreción de epinefrina y eso se traduce en un comportamiento compulsivo», lo que, según los expertos, produce la demencia.
*Foto: América Noticias.
Lo que sucede con los perros después de los ocho años es que, al igual que en los humanos, pierde poco a poco su capacidad de razonar. Cuando aparecen los primeros síntomas, como la pérdida del oído, el coraje que demuestran en los ladridos, la poca lucidez de su vista, es necesario llevarlos de inmediato al veterinario.
«Los síntomas más comunes para estar alertas son: intranquilidad en su conducta y más horas de sueño de lo normal, dificultad para ubicarse en tiempo y espacio, pueden llegar a orinar y defecar en lugares en donde nunca antes lo habían hecho», indicó Osvaldo Rinaldi a Infobae. «Lloran o ladran porque se sienten perdidos y sólo los dueños pueden calmar su angustia, en general lo que ocurre es que desaprenden lo que aprenden».
Si tu mascota presenta estos síntomas, puedes acudir con tu veterinario para solicitar electroencefalogramas o resonancias magnéticas. Si el problema se detecta temprano, los síntomas pueden aliviarse alterando su alimentación o su estilo de vida.
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