Vivimos en tiempos donde los estudios científicos abundan, provocado un exceso de información que a la larga puede ir desgastando la credibilidad de algunas publicaciones científicas. En un escándalo que ha trascendido en la comunidad científica internacional, la revista Science decidió retirar de su sitio un estudio publicado en 2016 por dos científicos de la Universidad de Uppsala en Suecia.
Lo que provocó la eliminación fue una investigación contra los investigadores, que los declaró “culpables de deshonestidad científica”.
El estudio retirado alertaba que los microplásticos, que abundan en el mar como desechos, aumentan la mortalidad de algunos peces. Se habían encontrado pruebas similares de que estos residuos afectan al desarrollo de crustáceos, pero esta era la primera evidencia de que también los peces se atiborran de estos diminutos fragmentos presentes en los exfoliantes.
Todas las pruebas apuntaban a que estos residuos tenían un impacto en la fauna marina. El problema es que el estudio se sustentaba en datos que los autores no pudieron presentar a los investigadores tras las acusaciones.
“Por ahora se considera que estos residuos son dañinos para los peces, pero aún no sabemos cuánto”, aseguró Fredrik Jutfelt, biólogo marino de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. El verano pasado, Jutfelt, junto a otros científicos de Canadá, Australia y Suiza, denunció irregularidades y falsificaciones en el estudio de sus colegas suecos. Escribió a la revista Science detallando la falta de datos y presentando serias dudas de que los experimentos se hubiesen llevado a cabo realmente.
Después de las denuncias, la Universidad de Uppsala abrió una investigación interna en agosto sobre el supuesto fraude de sus dos científicos, Oona Lönnstedt y Peter Eklöv. Ellos, por su parte, argumentaron que los datos de sus experimentos que faltaban estaban en un ordenador portátil que fue robado y que no había ninguna otra copia.
Pero una investigación de la Junta Central de Revisión Ética, un organismo independiente encargado de investigar casos de fraude científico, lograron hallar diversas irregularidades y falta de datos básicos por lo que decidieron retirar del estudio.
El informe, publicado el 28 de abril, considera a Lönnstedt y Eklöv “culpables de deshonestidad científica”. En cuanto a la revista Science, señaló que su tarea no era investigar el caso.
“Es la institución a la que pertenecen los autores la que debe hacer las investigaciones. Nos dijeron que la Junta publicaría su informe de forma inminente, por lo que Science decidió retrasar cualquier acción hasta que hubiese más información”, detalló.
Actualmente, la revista publica unos 800 estudios al año; de todos ellos, unos cinco son retirados por errores o irregularidades, intencionadas o no.
El año pasado, otro caso de fraude científico y negligencia médica relacionado con trasplantes de tráquea hizo renunciar a científicos del prestigioso Instituto Karolinska y salpicó al Comité que otorga el premio Nobel de Medicina.
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