“Los muros sí caen. No nos soltemos”.
Pedro Kumamoto salió a votar el 7 de junio con la certeza de que, en conjunto con su equipo, había realizado la mejor campaña que se puede hacer con 18 mil pesos, múltiples donaciones privadas y una gran estrategia digital. El dinero del Estado, limitado para las candidaturas independientes en contraste con aquellas de los grandes partidos, no representó la clave del éxito de la campaña. Mucho menos la basura electoral en cada poste, coche o folleto que pudiera imprimirse y distribuirse. No. La clave fue platicar con los ciudadanos del Distrito 10 de Zapopan. Con la gente que estaba harta del sistema político, de la “traición” de los mesías partidistas y que pensaba quizás en anular su voto. Con aquellos que padecían las fallas del transporte público, deficiencias de servicios o inseguridad. La trascendencia de la victoria de Kumamoto por encima de los partidos tradicionales y del auge de “Movimiento Ciudadano” en Jalisco, ha sido calificada por expertos y múltiples medios como el gran logro de la inclusión ciudadana en la política mexicana.
La historia detrás de cómo Kumamoto terminó como el candidato a una diputación del gobierno de Jalisco, ha sido bien difundida por múltiples medios, pero bien vale rescatar algunos puntos. Por ejemplo: la participación del candidato electo en Wikipolítica, una plataforma de estructura horizontal que promueve la participación ciudadana y la rendición de cuentas de los gobernantes. En dicha red de jóvenes que no superan los 30 años, Kumamoto tuvo sus primeros pasos en la generación de estrategias para que la población tuviera la capacidad, el interés y las herramientas para involucrarse en la toma de decisiones. Sin embargo, quizá nunca imaginó que tras no encontrar un candidato “de renombre” para la candidatura independiente del Distrito 10, él mismo sería elegido para tal tarea. ¿Qué trascendencia tiene esto en su futura diputación? El conocimiento necesario para poder entablar un sistema ciudadano, con participación equitativa entre los habitantes del distrito y sobre todo la esencia de la democracia: el consenso entre mayoría y minoría.
Dentro de su campaña política, el discurso de Kumamoto no radicó en la tradicional verborrea de promesas electorales, sino en fijarse la tarea de que aquellos que lo eligieron como su diputado, fueran los mismos que participaran después de las elecciones en la toma de decisiones. Es decir, Kumamoto estableció un vínculo en una relación que por años se ha mantenido desquebrajada entre el gobernado y el gobernante. Si bien la presencia solitaria (por ser el único independiente y sin agenda política establecida) de Kumamoto no debe entenderse como el principio del fin del sistema partidista mexicano, estos sí deberán encontrar la manera de asociarse con Pedro para lograr una mayoría relativa en la Cámara. Además, claro, de la inspiración que este caso de éxito pueda generar para futuros proyectos independientes en todo el territorio nacional. El panorama se antoja digno de estudio e investigación para conocer cómo una candidatura independiente puede congeniar con los sistemas partidos tradicionales y definirá un plan de acción en donde la sociedad pueda intervenir directamente.
Las propuestas de Pedro, como se dijo, alejadas de las tradicionales promesas, radican en “la elaboración de un presupuesto participativo, la revisión de leyes para hacerlas claras, eficientes y enfocadas en las personas y la creación de una plataforma en línea para que los ciudadanos propongan modificaciones a la legislación”. ¿Qué se puede entender por la selección de sus propuestas? Se trata de temas que la ciudadanía considera como pilares rotos del sistema. Uno donde pocas veces se tiene la oportunidad de decidir en qué se invertirá el dinero de una delegación o un municipio sin que se limite a una “consulta ciudadana” en la que las personas sólo pueden elegir entre tres opciones. O, quizá, donde pocas veces las leyes son lo suficientemente claras para ser entendidas por el “ciudadano de a pie” y que en diferentes ocasiones los medios pueden tergiversar el trasfondo a su conveniencia. O bien, la carencia de espacios donde el ciudadano pueda proponer una solución a problemas que vive los 365 días del año. Ahí está el detalle y probablemente aquel que los 51 mil 478 votantes notaron.
Sin embargo, el “fenómeno Kuma” apenas empieza. Si bien el primer paso pudo haber sido el más difícil, el valor y la trascendencia de una plataforma de participación ciudadana con un joven al frente aún tiene que probarse a sí misma. Y por la oportunidad de un nuevo planteamiento de hacer política, ojalá que funcione.
¿Qué sería de un México donde los jóvenes decidieran salir a la calle y tomar al sistema entre sus manos y no sólo a través de la protesta y el ciberactivismo? Quizás ahí radique otra gran oportunidad del caso Kumamoto: la inspiración para todos nosotros.