Para los habitantes de la región del Yoro, en el poblado de La Unión en el centro-norte de Honduras, la pobreza generalizada, el desempleo, y la vivienda austera obligan a sus habitantes a dedicarse únicamente a la agricultura para obtener sus alimentos a base de tubérculos, semillas y legumbres, principalmente maíz y frijol. No obstante, en La Unión ocurre un fenómeno natural difícil de imaginar: de los cielos llueven peces.
Sucede una vez al año entre el final de la primavera y el inicio del verano, cuando las tormentas eléctricas y las intensas lluvias se apoderan de toda la región centroamericana. No es hasta el final de la tormenta cuando los campesinos salen de sus casas con cubetas y recipientes para recolectar una especie de pescado pequeño y de color plateado. Para algunos es la única etapa del año en que pueden consumir pescado.
Lucio Pérez, campesino que lleva 17 años viviendo en La Unión, asegura que es un ’milagro de Dios’. Lucio ha escuchado a lo largo de los años diferentes teorías tanto supersticiosas como científicas, sin embargo para él todas están llenas de incertidumbre, “no hay explicación, sólo que esos peces vienen de la mano divina”.
*Foto: Adriana Zehbrauskas.
Este fenómeno ha surtido de pescado a esta comunidad durante generaciones, los habitantes aseguran que lo único que cambia es el lugar donde cae el alimento.
Historias y Teorías
Muchos aseguran que la razón de este peculiar fenómeno se debe a un monje español, Manuel de Jesús Subirana que vivió en la región durante el siglo XIX y oró a Dios para aliviar el hambre y miseria de los habitantes, después de días de penitencia y oración, según la leyenda, los peces comenzaron a caer del cielo. Los restos del monje están sepultados en la parroquia principal de la plaza de Yoro.
“Subirana fue muy querido por los locales, existen tantas historias y leyenda sobre él, que los visitantes se sorprenderían”, explicó el gerente municipal de Yoro, Rigoberto Urbina Velázquez.
La teoría científica argumenta que los peces viven en ríos subterráneos o cavernas y que cuando llegan las lluvias fuertes, estos se inundan y provocan que los peces se salgan del agua por las crecidas de agua por lo que los estos quedan varados en el suelo. Otra más explica que corrientes marítimas succionan peces del océano Atlántico y los deposita en Yoro, sin embargo la teoría no explica cómo las corrientes logran tales impactos año con año por lo que los pobladores aceptan más la primera explicación.
*Foto: The New York Times
“Nadie ha visto caer los peces del cielo, pero porque los habitantes no salen de sus casas durante las fuertes tormentas, es un secreto que sólo nuestro señor conoce”, explicó Audelia González, la pastora de las iglesias evangélicas de la Unión.
Para los 200 hogares que hay en La Unión, la cosecha es la única fuente segura de alimento que provee a las familias todo el año, no es hasta que el pescado cae que los habitantes recolectan todo el que puedan y lo comparten en cantidades iguales. “El pescado no se vende ni comercializa, es un regalo de Dios”, dijo González.
Este fenómeno caracteriza e identifica a la comunidad del Yoro que tiene una población de 93 mil personas.
“Es un motivo de orgullo regional, cuando nos identificamos decimos que somos del lugar donde llueve peces”, explicó Luis Antonio Varela Murillo, campesino que ha vivido 65 años en La Unión, al hacer referencia a que mucha gente de fuera no lo cree y lo considera una superstición.
Varela respeta la teoría científica, pero argumenta que al no existir pruebas contundentes, la fe llena el vacío y la curiosidad. “Funciona como fenómeno natural cuando lo necesitas, pero Dios está en todo”.