«Espero algún día me perdones», dijo Simon Chapman, un joven de 23 años que le compró a sus siete mejores amigos algunas pastillas de éxtasis para disfrutar en su máximo esplendor el festival Kendal Calling en Lowther Castle, celebrado en la región de Cumbria, Inglaterra.
La tragedia ocurrió el primer fin de semana de agosto del 2015, cuando un grupo de amigos quería pasarla bien en su primer festival juntos, pero uno de ellos no sobrevivió a los dos días.
Los adolescentes en Reino Unido son los mayores consumidores de drogas sintéticas de todo el bloque europeo. Cuando se trata de “dulces”, a los británicos les gustan los más dañinos, todos de la clase A: heroína, cocaína y éxtasis.
Un nuevo documental de BBC Three de nombre One Night of Ecstasy plasmó en ocho episodios la peor vivencia de un pequeño grupo de amigos que disfrutaron de la música, las luces, la vibración y el consumo de éxtasis, hasta que en la mañana siguiente, uno de ellos falleció por un paro cardiaco en el mismo asfalto donde disfrutaron el intenso viaje de las drogas.
*Simon. Foto: BBC.
Simon compró varias pastillas de éxtasis a un conocido de otros festivales. A través de un mensaje de texto se podía completar el trato, el grupo dio cinco libras cada uno para abastecerse toda la noche, una escena de apariencia común en los festivales ingleses, donde los jóvenes tienen un fácil acceso a drogas duras.
Para un Simon de 21 años, en aquel 2015, el Kendal Calling era un escape de los ojos vigilantes de sus padres, de las miradas juzgadoras, de la opresión en casa. «Salí para divertirme un poco».
En varias entrevistas con BBC Three, Lacie una chica de 19 años de edad, otra integrante del grupo de amigos, indicó que para la mayoría era su primer concierto. «Alguien comentó la idea de las pastillas y no pensé realmente nada. Sabía que la gente las consume en los festivales, como si se tratara de una norma».
Lacie indicó que dieron una vuelta a los escenarios y después probaron el éxtasis, la experiencia fue buena para ella. «Todo fue maravilloso, jamás había visto algo así. Fue genial sentirse afuera y libre».
*Lacie. Foto: BBC.
El efecto fue muy largo, tanto que durmieron al interior del festival, pero los despertó el griterío de Jordan Blackburn, otro amigo de 22 años que reaccionó mal tras consumir las píldoras. Ellos sabían que deberían llevarlo a un hospital, pero a un costado de Jordan estaba Christian Pay, un adolescente de 18 años que sólo tenía los ojos abiertos, con una mirada fija al cielo, no se movía, no tenía quejas, todo era raro para ellos. Christian había muerto.
Después de los exámenes forenses, las autoridades revelaron que los adolescentes consumieron éxtasis con un sustituto de nombre para-metoxianfetamina (PMA), un activo que hizo 75 por ciento más tóxicas las pastillas.
Un fin de semana fuera de casa se convirtió rápidamente en un caso a la luz de los medios. La muerte de Christian dejó un fuerte vacío en su madre, Debbie, quien llamó a sus familiares y amigos a festejar lo que hizo en vida su hijo, y evitar la palabra “funeral”.
*Christian. Foto: iTV
Según las autoridades, Simon fue el enlace entre un traficante con sus amigos, por lo tanto, fue sentenciado a 16 meses de pena privativa de libertad, con 4 meses en prisión. Dos años después de esa noche, Simon reconoció sus acciones: «Me responsabilizo de lo que pasó».
Este caso fue relevante ante los medios británicos por la sencillez con que un grupo de jóvenes de clase media alta, con una formación académica sólida, terminaron en las redes de la adicción y la criminalidad asociada a las drogas sintéticas que acechan a una sociedad británica cada día más exigente al momento de consumir estupefacientes.