Bautizada por la oposición venezolana como “la madre de todas las marchas”, dos bandos en la población se enfrentaron: los opositores y seguidores del régimen del presidente Nicolás Maduro en medio de la peor crisis económica y política del país. Al finalizar la jornada, los líderes de las protestas contrarias al gobierno socialista anunciaron que este jueves continuarán con las manifestaciones a pesar de la muerte de dos personas.En la protesta de este miércoles, la sexta en este mes, dos jóvenes perdieron la vida. Paola Ramírez, estudiante de 24 años, recibió un disparo en la ciudad de San Cristóbal, mientras que a Carlos Moreno, de 17 años, murió con un método similar mientras se dirigía a jugar futbol, no por participar en la marcha, que dejó a menos 140 heridos.Hasta el momento, la violencia no ha cesado en las calles de Caracas la capital, ni en Maracaibo o Ciudad Guayana, ante el reclamo de los opositores para que se realicen elecciones generales y se respeten las decisiones de la Asamblea General controlada por los partidos de oposición, ante la dictadura impuesta por el chavismo, que continúa alertando a la comunidad internacional.
La participación de los protectores del oficialismo dicen que se oponen a las manifestaciones para “defender a la patria”, mientras que los detractores de Maduro ven una salida en las acciones masivas y para expresar su reclamo a la inhabilitación temporal, que luego revirtieron, de la Corte Suprema venezolana a las funciones de la Asamblea Nacional.En la jornada de este día, la mayoría de los opositores marcharon vestidos de blanco y fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad con balas de goma, gases lacrimógenos y chorros de agua. Las protestas vienen al mismo tiempo en que los venezolanos siguen enfrentando violaciones a sus derechos humanos, escasez de alimentos, productos básicos y medicinas.En la capital, los manifestantes cerraron 20 estaciones del metro y en la zona del centro de Caracas, la ruta central de ambas marchas, se desplegó un gran operativo de la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía con efectivos antimotines y tanquetas.Para políticos contrarios a Maduro, como el diputado Juan Andrés Mejía, las acciones de seguridad son vistas como represión, mientras que ellos dicen seguir en las calles de manera pacífica, dispuestos a asumir riesgos para lograr la libertad de su país.
Mientras, en Venezuela los manifestantes cargan en las protestas la bandera tricolor del país petrolero y carteles con la leyenda de “NO a la dictadura”, en medio de acciones que los militares han protagonizado. Quienes defienden el actual gobierno visten de rojo.La tensión se intensifica porque en las otras cinco protestas se ha querido llegar al corazón de Caracas, pero hay temor del pueblo para enfrentar a los chavistas y los bloqueos del Ejército y la Policía, entre enmascarados que se cree manda el régimen de Maduro para lanzar piedras y bombas molotov a los manifestantes.La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se encuentra en estado de alarma frente a “la militarización y el llamado a armar a 500 mil milicias civiles” de parte del gobierno, lo que representa una grave amenaza a los estándares en materia de protección de la seguridad ciudadana y vigilar por los derechos humanos.
Por lo pronto, para Estados Unidos, en voz de su secretario de Estado, Rex Tillerson, les preocupa que Maduro no respete su propia Constitución ni tampoco a sus detractores, quienes ni siquiera pueden expresar su punto de vista, mucho menos el pueblo venezolano.La administración que lidera Donald Trump ha sido acusada por el propio Nicolás Maduro de preparar un golpe de Estado, incluso con el respaldo de la OEA –la Organización de Estados Americanos-, que calificaron como un acto “muy lejos de la realidad”.La imaginación de Maduro se explica muy fácil, cuando dijo hace cuatro años que su mentor, Hugo Chávez, se le apareció reencarnado como un “pajarito chiquitico” y trinó a modo de bendición, previo a las elecciones presidenciales.El sexenio de Nicolás Maduro concluirá hasta 2019, pese a que sondeos revelan que siete de cada diez venezolanos reprueban su gobierno, quienes están cansados de la escasez y una inflación desproporcionada, que este año podría cerrar en el 720.5 por ciento como calculó el Fondo Monetario Internacional.
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