Hace 71 años se publicó Le Petit Prince, de Antoine de Saint-Exupéry; desde su lanzamiento, la obra ha cautivando a millones de lectores alrededor del mundo. Una simple historia que eleva la esencia de los inocentes corazones de los niños y de los adultos a un lugar de entendimiento. Su pequeño planeta ha fascinado a generaciones de lectores, pero pocos saben que El principito nació en Nueva York, que lo inspiró una salvadoreña, y que es, también, en aquella ciudad, donde se expone el pasado que explora una emotiva muestra abierta en Manhattan.
Desde su publicación, el relato de El Principito ha sido llevado al teatro y al cine; la más relevante adaptación fue la versión musical protagonizada por Steven Warner y Richard Kiley, acompañados por Gene Wilder, Joss Ackland y Bob Fosse. Ahora, el universo poético de El Principito, además de ser la inspiración para muchos, es también el tema de un parque de diversiones para niños, un espacio que abrió sus puertas cerca de Mulhouse, localidad francesa situada en las cercanías de la frontera con Alemania.
Globos aerostáticos, un tobogán con forma de serpiente, zorros y ovejas vivas, así como planetas, dan forma al parque del Principito, instalado en 24 hectáreas en Ungersheim, en las que se dispusieron 31 zonas de juegos y atracciones, inspirados en los temas y personajes del libro publicado en 1943.
El objetivo del parque es atraer a un público de niños de entre 2 a 12 años, así como los adultos que todavía se acuerden que alguna vez fueron niños.